Quien me conoce, sabe que no he dejado de usar cubrebocas en espacios públicos y menos en los que están cerrados desde el inicio de la pandemia. Creo en las vacunas y en los avances de las ciencias naturales y todas – todas – mis vacunas están al corriente. Soy activamente responsable de mi salud. Y tal y como lo establece la Ley de Murphy, me contagié de Covid durante las vacaciones.
No, no me estoy tirando al piso para que alguien me recoja. Comparto mi experiencia, querido lector, para que no bajes la guardia y te cuides. El último mes hubo más de 10,000 muertos por Covid, según organizaciones extranjeras. Si a este número, sumamos los muertos por Influenza y los que ha provocado el virus sincital respiratorio… No, el cubrebocas no es un bozal, por lo menos no lo son los que yo uso. Son una medida de protección en contra de infecciones respiratorias que aumentan en esta época del año. ¡Úsalo!
Pero mi silencio no ha sido a causa de la variante JN.1. He de sincerarme y decir que estoy rebasada con tantas malas noticias y escándalos políticos en nuestro país y en el mundo. Cuando observo el cursor en mi documento en blanco, no sé ni por donde empezar.
Por otro lado, decidí regresar a estudiar, una Maestría en esta ocasión, en Derecho Procesal Matrimonial Canónico y me tienen pasando aceite estudiando y entregando trabajos y tareas. Me faltan dos exámenes para acabar el primer semestre. Estoy feliz de tener la oportunidad de regresar al mundo académico como alumna, así que no hay queja alguna.
El matrimonio, y en particular, el matrimonio canónico, es decir, el que se celebra ante la Iglesia Católica, ha sido el objeto de mi investigación durante los últimos veinte años, ¡a qué no sabían ese pequeño detalle! Encontrar herramientas para que la mayoría de los matrimonios que se celebren sean válidos, fue el objeto de mi investigación doctoral y sigue siendo un tema que, literalmente, me quita el sueño.
Como docente, deseo que mis alumnos sean muy exitosos en lo profesional, pero muy felices en lo personal. La felicidad depende de uno mismo, pero tener una buena pareja al lado, hace que todo fluya para lograrla. Al final del día, el título, el puesto y los ingresos no te dan la mano y te desean buena noche. Escuchar sus pensamientos, sus deseos y sus planes, me motivan a estudiar duro y a seguir reflexionando en cómo ayudarles a alcanzar el sueño de constituir una pareja y formar una familia.
Sigo dándole vueltas a la Declaración que publicó a mediados del mes pasado el Dicasterio para la Doctrina de la Fe sobre el sentido pastoral de las bendiciones. Cuando llegue a alguna conclusión, la compartiré por este medio.
No me queda más que desearte, querido lector, un 2024 lleno de bendiciones, buenas vibras y cosas buenas. Intentaré no perderme en el laberinto del día a día.