Por Aldo Yair Caballero Sandoval en colaboración con Jaime Tbeili Benpalti
Escuchar
Durante mi vida he visto un sinfín de propaganda nacionalista, la cual argumenta que tal recurso o servicio pertenece al pueblo o que es indispensable para nuestra soberanía que el gobierno los administre y no una “minoría rapaz”. Esta cuestión en México se ha visto reflejada por muchos años con el petróleo y, más actualmente, con el litio. Si bien suena romántico y prometedor el hecho de heredar los recursos de la tierra donde nos tocó nacer, seamos realistas, ¿cuándo hemos obtenido un solo centavo de ganancia por nuestros cursos naturales? o tan siquiera ¿cuándo nos ha tocado tan solo una gota de petróleo?
Hoy en día, la situación que enfrenta nuestro país es muy distinta a lo que sus historias de amor solían decirnos. Ya no se trata más del romance entre la nación que debía cuidar a su preciada soberanía de enemigos que intentaban abusar de ella. Esta narrativa nos ha costado muy caro a los mexicanos y el ejemplo más claro de esto es Petróleos Mexicanos (PEMEX).
Durante gran parte del siglo pasado, PEMEX sirvió no solo como el estandarte del gran rescate de la soberanía del petróleo mexicano; sino también y, en mayor medida, como una fuente de financiamiento para el sector público. Sin embargo, malas administraciones dieron como resultado lo que vemos el día de hoy: un gran nivel de endeudamiento por parte de ésta. Si bien, según el reporte publicado en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) la mañana del 27 de febrero, PEMEX ha reportado ganancias durante los dos últimos años, la otra cara de la moneda es que también ha tenido que recurrir al gobierno federal para poder solventar su deuda con sus proveedores. Pues de acuerdo con el director general de PEMEX, las ayudas que ha recibido la petrolera de la actual administración ascienden a 869,000 millones de pesos entre 2019 y 2023, y se espera que en 2024 se otorguen otros 145,000 millones de pesos.
Ante la situación financiera de PEMEX queda en evidencia que contrario a las ideas nacionalistas que se han encargado de propagar, los mexicanos no son dueños de sus recursos, sino que, gracias a las malas administraciones, heredan deudas multimillonarias que se pagan con nuestros impuestos. De ahí que es importante replantearnos la cuestión de si en verdad es viable para el país seguir financiando nuestra preciada soberanía a costa de malas administraciones. Y si bien el gobierno federal ha demostrado ser un pésimo administrador, también hay que destacar los mal llevados procesos de privatización en México. Pues en diversas ocasiones las empresas paraestatales son vendidas a bajos costos a amigos cercanos de los gobernantes en turno. Por lo que es indispensable que este proceso se lleve a cabo de forma correcta.
Las ideas nacionalistas que los políticos nos venden resuenan en los corazones de los mexicanos; sin embargo, detrás de este espejismo se esconde la ineficacia de la administración pública para gestionar los recursos del país. Irónicamente, la administración pública no sabe cómo administrar los recursos públicos. Por ello es hora de replantearnos el modelo actual de gestión pública. Se requieren reformas estructurales que permitan una mayor participación del sector privado, sin perder de vista el objetivo de generar bienestar para todos los mexicanos. Bien señalaba el gran economista Milton Friedman: “Si pones al gobierno a cargo del desierto del Sahara, en cinco años habría escasez de arena”.
