21 de diciembre de 2024 8:03 pm
OPINIÓN

El poder de la educación

...tenemos un área de oportunidad enorme para ayudar a mejorarnos a nosotros mismos, a nuestros seres queridos y en consecuencia a la sociedad, integrando también a los hombres en la educación de los hijos. Es una oportunidad para sensibilizarnos sobre estos problemas y ayudar...

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Por Maribel Gavito


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En esta oportunidad deseo compartirles una experiencia y una reflexión muy personal que ojalá nos haga meditar sobre este tema. El pasado 8 de marzo, por interés propio, pero sobretodo a insistencia de mi hija, participamos en la marcha del 8M. También una amiga y sus hijas nos acompañaron para este evento lo cual nos llenó de alegría el sabernos acompañadas por personas conocidas.

Llegamos puntuales para unirnos a uno de los contingentes.  No he de negar que estaba nerviosa. No había participado con anterioridad en este evento y la posibilidad de un momento violento me inquietaba. Pero ahí empezó mi asombro.

Empezamos escuchando los testimonios de madres, hermanas, amigas que habían perdido a una hija, hermana, amiga a manos de la violencia, generalmente ejercida por un hombre. Son momentos sobrecogedores, donde uno no puede ser insensible a ese dolor e identificarse con ellas. Empezó el recorrido, todas coreábamos las consignas, algunas de las cuales eran simpáticas y otras muy duras. El ambiente pacífico, sin diferencias de ningún tipo entre nosotras, con un rango de edad muy amplio ya que había niñas de edad pre-escolar hasta mujeres cercanas a los 80 años. Todas pendientes y apoyándonos entre nosotras.  Había muchas pancartas con frases que me impactaron, especialmente una que decía: “no tendría que proteger a mi hija, educa a tu hijo”.  Esta fue la que me motivó a escribir este comentario.

 ¿Qué más podemos hacer para evitar que esto siga sucediendo? Por desgracia hemos visto que el participar en marchas, levantar la voz y tener empatía y compasión por las víctimas y sus familias no es suficiente.  Pero creo que sí hay un aspecto en el que las mujeres en especial, podemos influir y ayudar a detener estos hechos que nos golpean en lo más profundo. Ese aspecto es la educación.

En general, somos las madres o en otros casos las mujeres (abuelitas, tías…) las que educamos a los hijos, las que estamos con ellos. ¿Cómo estamos educando para que exista esta violencia entre hombres y mujeres? ¿Por qué educamos diferentemente al niño y a la niña? ¿Por qué el consentimiento al hombre y la exigencia a la mujer? ¿Por qué aceptamos que se vea, escuche y se hable con tanta violencia en nuestras casas, entre los miembros de la familia, a través de la televisión o los videojuegos entre otros? ¿Por qué aplaudimos el comportamiento agresivo y altanero para obtener algo de otra persona, como el bullying o el ser un gandalla para creer que así se avanza en la vida?

  Entiendo que son patrones sociales ancestrales que no hemos sido capaces de modificar a lo largo del tiempo y que se entienda muy claro que con estos cuestionamientos no estoy culpando a las mujeres en su papel de educadoras.

Al contrario, es entender que tenemos un área de oportunidad enorme para ayudar a mejorarnos a nosotros mismos, a nuestros seres queridos y en consecuencia a la sociedad, integrando también a los hombres en la educación de los hijos. Es una oportunidad para sensibilizarnos sobre estos problemas y ayudar, cada quien, desde su espacio y a su capacidad, a crear un país mejor para todos, donde el respeto al ser humano, a la vida y a la equidad en las oportunidades sea para todos, sin importar nuestro sexo.  El ir contra corriente y romper patrones muy arraigados no es fácil, ni popular, pero estas situaciones nos exigen el hacerlo de manera inmediata y comprometernos para erradicar, lo más pronto posible, estas actitudes a través de una educación más consciente, equitativa y con valores.

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