Hace seis años López Obrador llegó a la presidencia con una victoria abrumadora del 53.20% de los votos, convirtiéndose así en uno de los mandatarios más votados. Después de este duro golpe, la oposición política cayó al piso y hasta ahora, a tan solo unas semanas de la elección, no se ha podido levantar. Es evidente que a estas instancias de las campañas electorales no se tiene una estrategia que les dé la victoria de estas elecciones, por lo que han tenido que optar por ocurrencias para estar más cerca de la candidata puntero. Contaron con seis años para realizar propuestas alternativas de gobierno, posicionar candidatos, armar un plan de campaña; sin embargo, lo único de lo que se encargaron fue de decir a secas: hay que sacar a Morena del poder. Este eslogan nunca vino con una propuesta alternativa de nación y hoy en día sufren las consecuencias.
Es absurdo ver a Alito Moreno, presidente nacional del PRI, querer negociar la salida del candidato de Movimiento Ciudadano, proponiendo que, si Álvarez Máynez salía de la competencia antes del tercer debate éste dejaría tanto su candidatura a senador como su actual puesto de dirigente del partido. Querer hacer esta clase de tratos a estas alturas del partido muestra su incapacidad o desinterés para atraer votantes. Además, lo más triste y lamentable es que deja en evidencia que en seis años no hicieron su único trabajo.
Lo que es aún más patético de la oposición es que se han encargado, desde del inicio del sexenio, de demeritar una y otra vez las “Mañaneras” de Obrador, pero no tardaron en copiar sus instrumentos de comunicación. Un ejemplo claro de esta cuestión, son las Conferencias de la Verdad llevadas a cabo por la candidata Xóchitl Gálvez, las cuales ha decir verdad, no contaron con la misma popularidad que las del presidente. Esto es muestra de un bloque opositor que no solo es poco congruente con sus críticas, sino que no sabe proponer, ya que tiene recurrir a las mismas estrategias del oficialismo para conectar con la gente y para ganar popularidad. El querer desaparecer esta clase de espacios cuando, al final del día, se optará por usar los mismos muestra la falta coherencia en sus discursos.
Así, vemos que en lugar de desarrollar propuestas sólidas, promover líderes carismáticos y construir una visión alternativa para el país, se han enfocado en criticar al gobierno en el poder sin ofrecer alternativas convincentes. La falta de estrategia, la división y la incapacidad para conectar con los votantes han debilitado su posición y los han dejado rezagados en la contienda electoral.
Es evidente que la oposición ha carecido de una visión clara y coherente para México, lo que ha llevado a estrategias desesperadas y ocurrencias de último minuto en un intento por competir con el partido en el poder. La falta de liderazgo, la falta de compromiso y la falta de innovación han llevado a una coalición poco propositiva y desconectada de las necesidades reales de la población.
En última instancia, estos seis años han sido una lección importante para la oposición política mexicana. Es fundamental que aprendan de sus errores, se renueven y se comprometan verdaderamente con el servicio público y el bienestar de la nación. Solo así podrán ofrecer una alternativa creíble y efectiva para el futuro de México.