3 de diciembre de 2024 10:36 am
OPINIÓN

¿Habrá ganador este 5 de noviembre?

"Trump sabe que una derrota el próximo martes representa el fin de su carrera política y del tremendo control que ejerce sobre el partido republicano."

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Hasta el día de hoy, cada vez que alguien le ha preguntado a Trump, o a su candidato a la vicepresidencia JD Vance, si aceptaría su derrota en caso de que la votación no le fuera favorable, no ha tenido respuesta. Vamos, hasta la fecha sigue argumentando que la elección del 2020 le fue robada, a pesar de los juicios legales que están pendientes en su contra por las acciones para tratar de cambiar los resultados en Georgia. Una encuesta de CNN realizada la semana pasada entre votantes registrados indica que sólo el 30% considera que Trump aceptaría su derrota, mientras que el 73% de los mismos opinó que Kamala Harris lo haría.

A menos de una semana del día de las elecciones, Trump declaró al inicio de la semana que su campaña había encontrado 2,600 votos alterados en el condado de Lancaster en Pennsylvania, el estado más importante entre los siete estados que habrán de determinar al ganador de la elección. Las acusaciones dieron lugar a una serie de declaraciones tanto del equipo de campaña de la vicepresidenta, como del gobernador del estado, Josh Shapiro (demócrata), en defensa del equipo montado en ese estado para la elección.

Esta declaración de Trump es sólo el incidente más reciente de lo que parece ser un programa bien estructurado por el partido republicano para impugnar los resultados del próximo martes, en la que se espera sea una de las elecciones más cerradas en la historia de ese país. Incluso más que la de 1960, cuando Kennedy le ganó a Nixon por menos de 120,000 votos en una elección en la que participaron 68.8 millones de personas, lo que representó un triunfo por menos del uno por ciento.

A lo largo de los últimos tres meses, el partido republicano ha presentado una serie de demandas en varios estados alegando diversos fraudes en el proceso electoral, la mayoría de las cuales han sido desechadas por los tribunales estatales de Michigan, Nueva York y otros estados, por considerarlas frívolas, triviales y sin fundamentos. Al mismo tiempo, en otros estados donde los republicanos controlan el congreso estatal, como Florida, Georgia y Ohio, han tratado de lograr la aprobación de leyes que harían más difícil la votación por correo y reducirían el periodo para votar antes del cinco de noviembre, sin éxito.

Todo ello porque Trump sabe que una derrota el próximo martes representa el fin de su carrera política y del tremendo control que ejerce sobre el partido republicano. Tiene 78 años y es el candidato más viejo en ser nominado. Incluso se ha especulado que sus largas diatribas en varios actos de campaña reflejan que su salud mental está deteriorada y puede llevarle a tomar decisiones de manera impulsiva e irracional. Ronald Reagan tenía 73 años cuando inició su segundo periodo de gobierno y se supo que se quedaba dormido en las reuniones de gabinete. Biden tiene 81.

Pero además de su edad, la postura de partido de extrema derecha en que Trump ha convertido al partido republicano tiene preocupados a muchos simpatizantes y miembros de ese partido. Siempre ha existido un ala de extrema derecha dentro del partido, pero jamás lo había logrado controlar como lo ha hecho Trump. El movimiento conocido en el 2009 como “el Partido del Te (Tea Party)”, encabezado por la entonces gobernadora de Alaska, Sara Palin y que buscaba una sociedad prácticamente sin gobierno, es quizá la postura más extrema comparable con la que propone Trump, pero nunca con el control que éste ha logrado ejercer.

En los últimos cuatro años, Trump no sólo ha logrado establecer la agenda política y económica republicana, pero además colocar a personas de su entera confianza en los puestos de liderazgo del partido, empezando por los co-presidentes, Michael Whatley y su nuera Lara, esposa de su hijo Eric. A esto hay que agregar a sus incondicionales en el congreso, sobre todo en la Cámara de Representantes, como Marjorie Taylor Greene (Georgia), Lauren Baubert (Colorado) y Matt Gaetz (Florida), que han generado posturas extremas que en ocasiones han sido opuestas por el resto de su bancada.

Finalmente, la victoria de Kamala representaría un golpe a Trump en dónde más le duele: su cartera. En febrero, un tribunal del estado de Nueva York determinó que Trump debe pagar 354 millones de dólares por presentar declaraciones fiscales fraudulentas, donde exageró el valor de sus bienes y en los últimos cuatros años su principal ingreso han sido las contribuciones de sus seguidores para financiar su campaña. En este sentido, una derrota el martes sería devastadora.

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