La posibilidad de vivir eternamente ha sido un sueño humano durante siglos, pero en la naturaleza existen organismos que parecen acercarse a este ideal. Entre ellos destaca la hydra vulgaris, un organismo acuático de entre 10 y 33 mm que, aunque puede morir, no muestra signos de envejecimiento. Desde 1998, el biólogo Daniel Martínez estudió a estas pequeñas criaturas en la State University of New York y, tras más de 12 años de observación, confirmó que la hydra podría ser “potencialmente inmortal”, gracias a su capacidad de regeneración y a sus células madre que se renuevan constantemente.
Otro caso fascinante es el tiburón de Groenlandia, un pez que puede llegar a medir hasta siete metros, vivir más de 400 años y cuya adolescencia dura 150. Estudios recientes del biólogo Arne Sahm en Alemania muestran que la longevidad del tiburón se debe a su habilidad para reparar el ADN y a la duplicación de sus genes. Esto permite que sus células resistan el paso del tiempo y los daños, manteniéndose en funcionamiento mucho más tiempo que las de otros organismos.
Por último, la rata topo, un roedor africano, presenta un “escudo anticáncer” natural. Este animal, que vive cerca de 30 años, mantiene su cuerpo sin señales de envejecimiento gracias a una combinación de baja temperatura corporal, respiración lenta y células que resisten la falta de oxígeno. Además, produce ácido hialurónico, una sustancia que inhibe el crecimiento de células tumorales, algo que ha captado la atención de investigadores en el campo de la oncología.
Aunque la inmortalidad completa aún es inalcanzable, estos seres vivos han permitido a la ciencia explorar los secretos de una vida larga y saludable, y quizás algún día ofrecerán respuestas para retrasar el envejecimiento humano.