El historiador Felipe Ávila, autor de la biografía El padre de la democracia, destaca el papel crucial de Francisco I. Madero en la construcción de un México democrático. En entrevista, Ávila aseguró que Madero lideró el primer gobierno democrático del siglo XX y fundó el primer partido político moderno de México, el Partido Nacional Antirreleccionista. Con esta organización, Madero impulsó una campaña masiva y documentó el primer fraude electoral en el país, enfrentando la negativa de las instituciones a reconocerlo.
Madero, comenta Ávila, supo ofrecer una alternativa ante el régimen de Porfirio Díaz al convocar a la insurrección cuando todas las vías pacíficas estaban cerradas. Esto sentó las bases para la Revolución Mexicana y transformó la indignación popular en un movimiento de cambio profundo. Madero fue, según el historiador, la pieza clave que desencadenó el proceso revolucionario que demandaba justicia y democracia.
Además, Ávila resaltó la compleja relación entre Madero y Emiliano Zapata, uno de los líderes más radicales de la revolución. Aunque ambos tuvieron diferencias, Ávila señala gestos de respeto y colaboración mutuos que persisten en la historia, como el apadrinamiento de la boda de Zapata y la apertura de este para el paso de Madero en Morelos durante la Decena Trágica.
A pesar de la imagen popular de Madero como una figura ingenua, Ávila lo describe como un líder con un profundo entendimiento del contexto político y social de México, que veía en la democracia la solución para mejorar las condiciones de vida de la mayoría. Aunque Madero no logró resolver el conflicto entre la reforma y la revolución, su legado democrático continúa en el México actual, aseguró Ávila.