Maribel Gavito
Docente con más de 35 años de experiencia en la enseñanza de idiomas y administración hotelera.
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En estos últimos tiempos, he tenido acceso a diferentes textos y grabaciones en las cuales se habla de la importancia de perdonar, lo cual no me causaba extrañeza ya que soy una persona educada en la fe católica. La parte que me llama la atención es que al perdonar el mayor beneficiario no es tanto el que recibe el perdón, sino aquel que lo otorga, ya que perdonar sana y libera.
Al igual que todos, he vivido circunstancias en las cuales yo he pedido perdón al igual que lo he dado, pero ninguna como la circunstancia que viví hace poco y que les comparto:
Hace muchos años, una persona allegada a mi realizó una serie de acciones en perjuicio mío y de mis seres queridos. Ese evento por supuesto modificó mi manera de verla y tratarla. Durante mucho tiempo esperé una disculpa de su parte, la cual no llegó en esos momentos. En este fin de año, esa persona me buscó a mí al igual que a mis seres queridos afectados y habló con nosotros por separado. Recibí de su parte una disculpa que no me esperaba. Fue una disculpa sincera, de corazón, sin ningún tipo de justificaciones y expresada también con mucho dolor de su parte, tratando de explicarme que sus acciones también fueron consecuencia de la ignorancia que tenía en el momento y que me pedía perdón de todo corazón.
Ante esto yo me quedé muy sorprendida al mismo tiempo que agradecida por su disculpa sincera que para mí era algo necesitado hace tiempo. Reconocí su valor y su reflexión sobre el tema, le agradecí su honestidad y su disculpa. Nos dimos un abrazo el cual resultó largo pero muy sentido. Su disculpa había cerrado el ciclo de esa historia y el perdón que yo otorgué de verdad me liberó de todos los sentimientos que había guardado desde hace mucho tiempo. Sentí como si hubiera soltado una carga y como decimos coloquialmente: “se me quitó un peso de encima”.
Y fue ahí, en ese momento donde comprendí y experimenté la sanación que nos proporciona el perdón. Comprobé que las frases leídas y escuchadas con anterioridad eran ciertas. Me sentí muy bien, ligera, liberada. Como consecuencia, cuando veo a esta persona, la veo en paz y tenemos una convivencia relajada.
Es por esta experiencia que te invito a que si tienes algún problema con alguien, pidas perdón si ofendiste o lo otorgues si eres el afectado, eso te liberará de la carga que esa situación te provoca. Si no puedes o no deseas hacerlo en persona, en un momento de calma, a través de la oración o la meditación dile que lo perdonas o que solicitas su perdón. Lo importante es tener una intención sincera de perdonar.
Es importante aclarar algo: perdonar no es lo mismo que reconciliarse. Si tu agravio fue algo que afectó definitivamente tu relación con otra persona, puedes perdonarlo, aunque no reconciliarte o renovar tu relación con ella. El hecho de perdonar liberará en ti esos sentimientos que no te dejan avanzar hacia una vida en paz contigo mismo y con los demás.
En este comienzo de año 2025, deseo que puedas perdonar a quien te haya ofendido y sobretodo, perdonarte a ti, de esas cosas que te hiciste y te molestan, por no ser como quisieras ser, por ser excesivamente exigente contigo. Al perdonarte a ti mismo, ayudas a tu aceptación personal, a ver qué puedes mejorar en ti, a tener una mejor convivencia contigo mismo y a lograr un verdadero cambio en ti que te lleve a lograr ser la persona que deseas.