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La violencia obstétrica es un tipo de maltrato que, aunque muchas veces pasa desapercibido, afecta profundamente la dignidad, la salud física y emocional de millones de mujeres y sus familias. Esta forma de violencia ocurre cuando profesionales de la salud, ya sea por acción u omisión, realizan prácticas o conductas violentas o percibidas como violentas hacia mujeres durante el embarazo, el parto o el puerperio, en hospitales públicos o privados.
Este es un tema que vale la pena visibilizar en tanto que la violencia sexual y de género puede derivar en embarazos no deseados, problemas ginecológicos, abortos provocados e infecciones de transmisión sexual. Además, cuando la violencia ocurre durante un momento tan vulnerable como el parto, afecta no solo a la mujer, sino también al recién nacido y a toda la familia.
Algunas de las formas típicas en que esta violencia se manifiesta incluyen pero no se limitan a omisiones en la atención oportuna y eficaz, minimizando el dolor de la mujer, obligar a la madre a parir en posiciones incómodas o inadecuadas, practicar cesáreas o procedimientos invasivos sin consentimiento, impedir el apego temprano entre madre e hijo, forzar métodos anticonceptivos sin autorización, realizar comentarios humillantes o discriminatorios, jalonear, pellizcar o golpear a la mujer que está dando a luz a su bebé, realizar procedimientos quirúrugicos dolorosos como episiotomías y otros actos injustificados como tactos vaginales mútliples.
Hay que mencionar que las mujeres n son las únicas víctimas de este tipo de violencia aunque sí las directas. La familia, el recién nacido y hasta los profesionales de la salud también con víctimas indirectas debido a la sobrecarga de trabajo y la falta de recursos que enfrentan en los sistemas de salud.
Las estadísticas que reportan esta violencia son alarmantes, según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2016-2021(última actualización) de 7.8 millones de mujeres que dieron a luz en este período, 31.4% reportaron haber sufrido maltrato obstétrico, 20.8% refirieron maltrato físico o psicológico, 20.2% recibieron tratamientos médicos no autorizados.
Mientras que la OMS recomienda no superar el 20% de cesáreas, en México el porcentaje ronda 47.7% lo que hace que ocupemos el cuarto lugar mundial en cesáreas innecesarias.
Es necesario que este tipo de violencia se identifique y nombre para que se pueda comenzar a erradicar. Para ello, la premisa principal debe ser que el emabrazo no es una enfermedad y que una mujer embarazada no es una persona enferma, esto permite que se pueda garantizar un humanizado, centradas en el respeto a la dignidad de la mujer, la libertad de decisión y la participación activa de la familia, a la par, reducir intervenciones quirúrgicas, medicalización, estigmas sociales, etc. .
Tampoco el embarazo no debe ser motivo de discriminación, marginación o humillación. Tanto la mujer como el bebé son personas con derechos que deben ser respetados. Se debe promover la participación familiar, proteger a las mujeres en situación de vulnerabilidad y garantizar recursos suficientes para una atención segura.
En México contamos, desde el 2016 con la Norma Oficial Mexicana NOM-007-SSA2-2016 establece lineamientos para la atención de la mujer durante el embarazo, parto y puerperio, así como del recién nacido. Entre sus puntos destaca la importancia del consentimiento informado, la promoción de la lactancia materna, la nutrición adecuada y el respeto absoluto a la salud sexual y reproductiva. Esta norma es el pilar fundamental para que todas las mujeres conozcan sus derechos durante su embarazo, parto o puerperio y puedan frenar cualquier trato violento por parte de los profesionales de la salud.
La violencia obstétrica es una forma de violencia que vulnera la dignidad, la libertad y la responsabilidad de la mujer, impidiendo decisiones libres e informadas. Así mismo, es atentatoria de una buena práctica médica y deteriuoria el vínculo esencial en la relación médico-paciente. Por ello, reconocerla es el primer paso para erradicarla. La sociedad, el personal médico y las instituciones académicas debemos trabajar de la mano paraerradicar este tipo de maltrato en contra de la mujer, del bebé y de la familia.
¿Conocías este tipo de violencia? Si tú o alguien cercano la ha vivido, es momento de alzar la voz. Aún queda mucho por hacer.