Mientras gran parte de la industria automotriz enfrenta fuertes aranceles, los fabricantes de vehículos pesados en México parecen haber esquivado el impacto directo gracias al cumplimiento de las reglas de origen del T-MEC. Sin embargo, esta ventaja no los blinda de las consecuencias indirectas derivadas de los aranceles al acero y al aluminio, que están generando sobrecostos de entre 3,000 y 12,000 dólares por unidad producida.
Rogelio Arzate, presidente de la Asociación Nacional de Productores de Autobuses, Camiones y Tractocamiones (Anpact), explicó que todas las armadoras instaladas en México están alineadas con el T-MEC, que desde 2024 exige un 64% de Valor de Contenido Regional (VCR) en el caso de los pesados. A diferencia de los autos ligeros, que enfrentan aranceles de hasta 52.5%, los pesados han logrado mantenerse dentro del marco comercial sin sanciones adicionales.
Aun así, los aranceles al acero y aluminio afectan de forma considerable debido a la estructura misma de la industria: muchos componentes cruzan varias veces la frontera antes de integrarse en la línea final de ensamblaje. Además, se anticipa que para 2027 se elevará el VCR a 70%, lo que añadirá más presión sobre los fabricantes y su cadena de suministro.
El panorama se complica con un entorno económico incierto. El mercado de vehículos pesados depende del ciclo económico, y con una baja en las proyecciones de crecimiento del PIB en México —de 1% a solo 0.5%— las inversiones en transporte y la renovación de flotas están en declive. Guillermo Rosales, presidente ejecutivo de la AMDA, advirtió que las ventas nacionales podrían caer hasta un 6.7% este año.
Durante el primer trimestre de 2025, la producción de pesados en México ya cayó 21.7%, y se espera que esta tendencia continúe si no hay ajustes en la política comercial y en las condiciones del mercado. En EE.UU., los efectos también se hacen sentir: los aranceles podrían encarecer los vehículos pesados hasta en 35,000 dólares, lo que afecta a toda la cadena productiva, incluyendo a las plantas mexicanas.
Finalmente, el nerviosismo también golpea a los proveedores locales —principalmente pequeñas y medianas empresas— que enfrentan mayores exigencias en contenido regional y costos crecientes. La volatilidad del tipo de cambio, la disrupción de insumos clave y la desaceleración de la demanda generan un escenario de alta incertidumbre.
En resumen, aunque los vehículos pesados han evitado el golpe directo de los aranceles por reglas de origen, los efectos colaterales del entorno comercial están limitando su competitividad y amenazando su estabilidad.