La empresa de Elon Musk, Tesla, atraviesa una de sus peores etapas desde su fundación, enfrentando una combinación de factores negativos que han afectado sus cifras, imagen pública y posición en el mercado global de autos eléctricos. Mientras tanto, la compañía china BYD gana terreno rápidamente y se consolida como un serio contendiente a liderar el sector.
En el primer trimestre de 2025, Tesla reportó una caída del 13% en sus entregas, colocando solo 336,681 unidades, su registro más bajo desde 2022 y por debajo de las expectativas de analistas, como las de Wedbush y Visible Alpha. La reacción de Wall Street fue inmediata: las acciones de la compañía cayeron más de 6% y, en lo que va del año, han perdido más del 30% de su valor.
El clima para Tesla también se ha tensado en lo político y social. Elon Musk asumió un papel como asesor especial en el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), bajo la administración de Donald Trump, lo que ha provocado una fuerte reacción pública. En redes sociales se ha intensificado el movimiento #TeslaTakedown, que ha derivado en ataques a concesionarios y actos vandálicos, al punto de que Tesla fue retirada del Auto Show de Vancouver por motivos de seguridad.
Mientras tanto, BYD ha aprovechado la coyuntura para tomar la delantera. Con tecnología avanzada como su sistema de carga ultra rápida (capaz de recargar en cinco minutos) y su suite de asistencia vehicular “God’s Eye”, la automotriz china ha captado la atención del mercado. Además, BYD ofrece una gama diversificada de productos, desde autos a gasolina hasta híbridos y eléctricos, lo que le ha dado ventaja frente a la estrategia 100% eléctrica de Tesla.
Los números hablan por sí solos: BYD vendió más de 350,000 unidades en el primer trimestre, superando a Tesla, y anticipó ganancias por hasta 1,380 millones de dólares, un crecimiento de hasta 119% interanual. Todo esto en un entorno donde la infraestructura de carga y los altos costos de producción están haciendo que los consumidores prefieran vehículos híbridos como solución intermedia.
Frente a este escenario, Tesla ha iniciado recortes de gastos y ajustes operativos. Analistas advierten que no habrá nuevas plantas en el corto plazo, e incluso se considera el cierre de su planta en Alemania. La compañía enfrenta demasiadas presiones para sostener su ritmo de expansión y competitividad.
Mientras Musk sigue en el centro del huracán político y mediático, el futuro de Tesla dependerá de decisiones estratégicas urgentes que logren revertir su caída y recuperar la confianza del mercado global.
