Si bien los pagos de estímulo fueron cruciales para mitigar el impacto económico de la pandemia en Estados Unidos, han surgido críticas sobre sus efectos secundarios a largo plazo. Expertos advierten que estos pagos directos podrían generar dependencia de la ayuda estatal, disminuyendo el incentivo para buscar soluciones económicas sostenibles a nivel individual.
Además de fomentar la dependencia, los programas de estímulo han provocado una reducción en beneficios fiscales importantes, como el Crédito Tributario por Hijos y el Crédito por Cuidado de Dependientes. La distribución masiva de cheques ha llevado a restricciones en otras formas de ayuda con requisitos de elegibilidad más estrictos.
Otro efecto adverso potencial de los pagos de estímulo es el riesgo de inflación. Inyectar grandes cantidades de dinero en la economía sin un aumento proporcional en la productividad puede disparar los precios, afectando especialmente a ciudadanos de bajos ingresos. La relación entre estímulo e inflación sigue siendo un tema de debate económico.
En conclusión, aunque los cheques de estímulo brindaron alivio en momentos de crisis, no representan una solución económica permanente. Analistas sugieren revisar cuidadosamente el alcance y las consecuencias a largo plazo de estas medidas para evitar comprometer la sostenibilidad fiscal del país.