Con la cuenta regresiva en marcha para el inicio de la Copa Mundial de la FIFA 2026, Estados Unidos, uno de los tres países anfitriones junto con México y Canadá, enfrenta desafíos logísticos y políticos. La llegada del torneo coincide con un clima tenso marcado por las políticas migratorias del presidente Donald Trump y su reciente decisión de enviar fuerzas militares a Los Ángeles para contener protestas civiles.
El anuncio del torneo, que incluirá un récord de 48 selecciones y 104 partidos, se dio justo cuando ciudades anfitrionas como Los Ángeles y Nueva York-Nueva Jersey se preparaban para eventos conmemorativos. No obstante, la atención mediática también se centró en las protestas y las críticas al uso de la Guardia Nacional, medida que el gobernador de California, Gavin Newsom, calificó como una señal preocupante de autoritarismo.
Las restricciones migratorias y una nueva prohibición de entrada a ciudadanos de ciertos países, entre ellos Irán, han generado inquietud en organizaciones como Human Rights Watch, que pidió a la FIFA garantizar los derechos de todos los participantes y asistentes. Minky Worden, directora de iniciativas globales de la organización, señaló que es vital que se respeten los derechos humanos durante el torneo y más allá.
Pese a la tensión, ciudades como Miami y Filadelfia continúan sus preparativos logísticos para recibir a miles de visitantes. Alina Hudak, representante del comité organizador en Miami, aseguró que su prioridad es ofrecer un entorno seguro y eficiente. Por su parte, el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, expresó su confianza en que Estados Unidos dará la bienvenida al mundo con éxito, a pesar de las tensiones geopolíticas que rodean el evento.