El planeta vivió en mayo de 2025 su segundo mes de mayo más cálido desde que se tienen registros, con una temperatura media de la superficie terrestre 1.4 °C por encima del promedio del periodo preindustrial (1850-1900), según el boletín mensual del Servicio de Cambio Climático Copernicus (C3S) de la Unión Europea. Este dato también convierte a la primavera boreal (marzo-mayo) de este año en la segunda más calurosa jamás registrada.
Este aumento de temperatura se atribuye al cambio climático inducido por la actividad humana, principalmente por las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de la quema masiva de combustibles fósiles.
Uno de los efectos más visibles ocurrió en Groenlandia e Islandia, donde una ola de calor sin precedentes provocó un deshielo adicional significativo. Un estudio del grupo World Weather Attribution concluyó que estas temperaturas fueron hasta 3 °C más altas de lo que habrían sido sin la influencia humana.
Aunque mayo no superó el umbral de los 1.5 °C, 21 de los últimos 22 meses han estado por encima de ese límite, lo que refleja una tendencia preocupante. Los científicos advierten que esta pausa es probablemente temporal y que se volverá a superar el umbral en el corto plazo si no se reducen drásticamente las emisiones.
El acuerdo climático de París fija los 1.5 °C como el umbral para evitar los peores efectos del calentamiento global, pero cada vez más expertos consideran difícil cumplir con ese objetivo sin cambios radicales.
Así, incluso en regiones frías como el Ártico, las olas de calor están dejando huella, recordando que el calentamiento afecta ya de forma global y acelerada.
