La rehabilitación física en México está viviendo una profunda transformación gracias a la integración de la tecnología robótica, marcando un antes y un después en la recuperación de pacientes. Un estudio reciente revela que el uso de exoesqueletos ha incrementado la movilidad en pacientes con lesiones medulares en un impresionante 35%. Esta innovación no solo mejora la precisión de los tratamientos, sino que también hace las sesiones más dinámicas y motivadoras, fomentando una mayor participación del paciente.
Según datos de CEREBRO, la tecnología robótica permite un monitoreo más exacto, registrando en tiempo real datos cruciales como la fuerza y el rango de movimiento. Esto facilita el ajuste de los tratamientos en función del progreso individual de cada paciente. El Dr. Arturo Pichardo, médico cirujano especialista en rehabilitación, subraya que estas herramientas personalizan los programas, optimizando los resultados y contribuyendo a una recuperación más eficiente. Aunque el tiempo de recuperación varía, la incorporación de la robótica puede acortar significativamente estos plazos.
La adopción de dispositivos como los exoesqueletos ha impactado directamente en el cumplimiento de los pacientes. Actualmente, más del 60% de las soluciones tecnológicas en rehabilitación integran estos aparatos, lo que se ha traducido en una mejora del cumplimiento del paciente de más del 55%. En México, diversas clínicas especializadas ya están implementando terapias personalizadas con tecnologías robóticas en programas de neurorehabilitación, enfocándose en restaurar funciones motoras y cognitivas afectadas por lesiones neurológicas. Esta evolución responde a la creciente necesidad de soluciones más avanzadas y centradas en el paciente.
Alejandra Quintana, directora de CEREBRO, destaca que esta evolución no solo es un reflejo del avance tecnológico en el sector salud, sino también un cambio de paradigma en cómo se aborda la recuperación funcional. Enfatiza que el tratamiento actual debe ser multidisciplinario, personalizado y respaldado por evidencia científica y herramientas innovadoras que permitan reducir los tiempos de recuperación sin comprometer la calidad de vida. La clave, según Quintana, reside en adaptar la tecnología para que esté al servicio de la empatía clínica, asegurando que el acompañamiento humano siga siendo fundamental en cada etapa del proceso de rehabilitación.