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Este miércoles, el Representante Comercial de Estados Unidos Jamieson Greer, dijo en una conferencia en Detroit que el objetivo de la política arancelaria del gobierno de Trump no es realizar nuevos acuerdos comerciales sino reducir el déficit en balanza comercial y elevar el ingreso de las familias de Estados Unidos. Esta declaración se dio luego que esa misma mañana Trump dijo que no eran tan importante lograr acuerdos específicos con la mayoría de los socios comerciales de su país y que las cartas que está enviando con el arancel que aplicarán serían suficientes.
La declaración de Greer deja en claro que, a diferencia del primer periodo de gobierno de Trump, en este los aranceles serán una constante y que aunque pueda haber negociaciones para reducirlos, no serán para eliminarlos. De acuerdo con las cifras semanales de Customs and Border Protection (CBP), la dependencia responsable de recaudar los aranceles en los diferentes puntos de ingreso a territorio estadounidense, el gobierno de Estados Unidos había cobrado desde el inicio de este año 100,500 millones de dólares hasta el domingo 13 de julio, 111.5% más que a la misma fecha hace un año.
Sin embargo, esta cifra está muy lejos de los 2.4 billones (en español) de dólares recaudados en impuestos, luego que Trump ha querido justificar en parte los aranceles como una medida para eliminar el impuesto sobre la renta a las personas. Si bien es cierto que el ingreso por aranceles ha mostrado un aumento muy importante, todavía no se nota la sustitución de proveedores que empieza a gestarse entre las empresas.
Por su parte, la declaración de Greer hace prever que Trump continuará anunciado nuevos aranceles y que sólo se está concentrando en las importaciones. No obstante, el déficit comercial de Estados Unidos alcanzó en mayo los 604,224 millones de dólares en lo que va del año, un aumento del 18.7% respecto a mayo, luego de una caída en las exportaciones.
Greer también destacó que no puede haber un país sin un sector manufacturero robusto. Esta afirmación hace eco de las declaraciones del secretario de Comercio Howard Lutnick, el pasado cinco de junio, ante el Comité de Asignaciones Presupuestales de la Cámara de Representantes, cuando dijo que era indispensable llegar a un acuerdo con las autoridades mexicanas para definir las actividades a las que México se debería dedicar – como la minería y la refinación – y que de esa manera dejara de robar empleos bien pagados de la industria automotriz.
Por ello, queda entonces la pregunta: ¿cómo piensa México defender a la industria nacional? La pregunta se vuelve más relevante cuando el 26% de nuestras exportaciones a Estados Unidos – que es el destino del 84% del total de los productos exportados por México a todo el mundo – se deben al sector automotriz. Hay que recordar que Trump ha visto a la industria automotriz como la razón principal del superávit que tiene México en balanza comercial con Estados Unidos y que al eliminar cualquier ventaja que tenga nuestro país en la producción de coches, se revertirá esta situación.
El Representante Comercial de Estados Unidos adelantó que Trump aplicará un arancel “base” del 10% a la mayoría de los países, aún cuando sean naciones con los que esa nación tenga un superávit, y que sólo se aplicarán aranceles más altos a aquellas naciones con los que ese país tiene los mayores déficits. Hasta mayo, de los 232 países con los que la Unión Americana tiene relaciones comerciales, 101 tienen un superávit siendo los principales: China, México, Irlanda, Suecia y Vietnam, estando Canadá en noveno lugar.
De esta manera, Trump no sólo está encareciendo la producción con insumos extranjeros en su país, sino que está cambiando las ventajas comparativas de muchos países al alterar los precios relativos de los insumos que se importan en esa nación. De esta manera, no sólo los consumidores habrán de alterar sus preferencias y patrones de consumo, sino que los productores tendrán que optar en algunos casos por materias primas y bienes intermedios no necesariamente de la mejor calidad para controlar sus costos.
México enfrenta un nuevo entorno donde los tratados comerciales han dejado de tener la importancia que tuvieron durante los últimos treinta años, pero donde el bajo costo de su mano de obra dejará de ser una de sus principales ventajas. Ahora, las empresas deberán hacer esfuerzos para desarrollar nuevos productos, aumentar su calidad y sobre todo reducir sus costos para seguir compitiendo a nivel mundial.