La divisa japonesa, el yen, se ha desplomado a su nivel más bajo en dos meses frente al dólar (cruzando la barrera de 150.50) y ha tocado un nuevo mínimo histórico contra el euro. Esta caída es una respuesta directa del mercado a la elección de Sanae Takaichi como líder del partido gobernante, el PLD, quien es percibida como una «paloma fiscal» que favorece el gasto público masivo y el estímulo económico.
El temor de los inversores se traduce en el mercado de bonos. La expectativa de un gobierno más expansivo ha hecho que el rendimiento de los bonos del gobierno japonés (JGBs) a 30 años se dispare a un máximo histórico. Este aumento en los costos de endeudamiento plantea un dilema para el Banco de Japón (BoJ). Por un lado, la debilidad del yen beneficia a los exportadores japoneses, pero, por otro, el riesgo de una inflación descontrolada y el aumento de la deuda pública podrían obligar al BoJ a subir las tasas de interés.
El caso de Japón es un recordatorio de que la economía no puede ser gestionada sin un consenso político. La victoria de Takaichi, aunque es una buena noticia para la bolsa, que ha alcanzado nuevos máximos, también genera una gran incertidumbre sobre el futuro de la política monetaria. El mercado está esperando una señal clara del BoJ sobre cómo planea equilibrar el estímulo fiscal con la necesidad de mantener la disciplina monetaria.
