Las plantas termosolares, otrora símbolo del futuro energético sostenible, enfrentan hoy una realidad adversa: la energía fotovoltaica las ha superado en eficiencia y costo. En 2023, mientras se añadieron 345.5 gigavatios en paneles solares a nivel mundial, la termosolar apenas alcanzó 0.3 GW, sin registrar nuevas construcciones. Países como España y Marruecos han optado por sustituir o abandonar proyectos de concentración solar por considerarlos costosos e inmaduros tecnológicamente.
Sin embargo, una iniciativa de los Laboratorios Sandia en Estados Unidos podría cambiar el rumbo de estas infraestructuras. El investigador John Sandusky propuso aprovechar los heliostatos —espejos que siguen al sol para concentrar su luz— con un “turno nocturno”: utilizarlos para detectar asteroides cercanos a la Tierra.
El sistema no busca formar imágenes como un telescopio convencional, sino analizar las frecuencias lumínicas reflejadas por los heliostatos. Cuando un asteroide cruza el campo de visión, altera levemente la frecuencia del “tono base del cielo”, permitiendo su detección.
Este método, probado ya con un heliostato, se encuentra en fase de expansión a plantas completas, con potencial para rastrear incluso satélites y objetos en órbita. Así, una tecnología que parecía condenada al olvido podría encontrar en la defensa planetaria un nuevo propósito: proteger la Tierra desde el reflejo del sol.