La guerra global por los semiconductores sumó un nuevo capítulo. El gobierno de los Países Bajos intervino la empresa Nexperia, filial de la china Wingtech, alegando “graves deficiencias de gobernanza” y riesgos para la seguridad nacional y económica. Con esta decisión, Holanda se une a la lista de países que endurecen su postura frente al control chino en la cadena de suministro tecnológica.
La intervención fue ordenada por el Ministerio de Asuntos Económicos neerlandés y ratificada por un tribunal, colocando a Nexperia bajo administración externa temporal. Según el comunicado oficial, la medida busca garantizar la disponibilidad y protección de conocimientos estratégicos vinculados al desarrollo de chips, especialmente los usados por la industria automotriz europea.
Medios locales informaron que existían sospechas de que la compañía planeaba transferir propiedad intelectual a China, lo que habría sido considerado una amenaza para la seguridad europea. Esta preocupación se suma a las tensiones previas entre ambos países, derivadas de las restricciones de exportación impuestas a la firma holandesa ASML, que fabrica las máquinas más avanzadas de litografía para chips.
Wingtech, incluida desde 2024 en la “lista de entidades” de Estados Unidos, denunció que la decisión holandesa responde más a una presión geopolítica que a razones técnicas. No obstante, el caso Nexperia evidencia cómo Europa comienza a adoptar un tono más firme frente a la creciente influencia tecnológica de China.