La industria automotriz europea está recurriendo a la agrupación de CO2 (pooling) como una medida financiera crucial para sortear las estrictas regulaciones de emisiones de la Unión Europea que entran en vigor en 2025. Este mecanismo legal permite a los fabricantes sumar fuerzas con empresas que superan los objetivos de emisiones, como Tesla, Smart y Polestar, para promediar las emisiones de toda su flota conjunta.
La normativa de la UE exige que la emisión media de CO2 de los turismos nuevos se reduzca drásticamente a 93.6 gramos por kilómetro en 2025, un objetivo que la mayoría de los fabricantes no pueden alcanzar individualmente debido a que las ventas de vehículos eléctricos (VE) no han crecido al ritmo esperado. Quienes no cumplan se enfrentan a multas millonarias (cerca de €475 por cada coche vendido).
Críticamente, la agrupación se ha convertido en un mercado paralelo de emisiones, donde fabricantes como Tesla —que solo produce VE— pueden obtener ingresos lucrativos vendiendo sus créditos de emisiones a otros fabricantes. Documentos de la UE revelan la formación de grandes pools: Stellantis, Toyota, Ford, Mazda y Subaru se asociarán con Tesla, mientras que Mercedes-Benz busca aliarse con Smart, Volvo Cars y Polestar.
Aunque el pooling ofrece un respiro financiero temporal, los analistas y ambientalistas lo ven como una solución transitoria. A medida que los límites de emisiones se vuelvan más estrictos (con la meta de cero emisiones para 2035), los fabricantes deberán acelerar la inversión en su propia tecnología VE y de baterías para no depender del costoso recurso de comprar créditos de emisiones.
