El Ministerio de Finanzas de Irlanda ha emitido una severa advertencia sobre los riesgos fiscales estructurales que enfrenta la nación a largo plazo, principalmente a causa de su rápido envejecimiento poblacional. El análisis proyecta que la creciente proporción de jubilados frente a trabajadores activos generará un déficit estructural que podría alcanzar hasta el 4.2% del Producto Interno Bruto (PIB) para el año 2035.
Este déficit, que asciende a €24 mil millones ($26.5 mil millones de dólares) en términos nominales, se debe a la presión de dos frentes de gasto público. El primero es el aumento en el costo de las pensiones y el segundo es la creciente demanda de servicios de salud para una población cada vez más longeva. La situación contrasta con el actual superávit fiscal de Irlanda, que se ha beneficiado de los ingresos extraordinarios por los impuestos de grandes multinacionales estadounidenses de tecnología (como Apple y Meta).
Desde una perspectiva crítica, el gobierno irlandés debe iniciar reformas profundas de manera urgente para asegurar la sostenibilidad de las finanzas públicas. El ministro de Finanzas ha propuesto crear un Fondo de Reserva de Pensiones robusto y acelerar las reformas del sistema de salud. La dependencia de los ingresos corporativos volátiles y concentrados representa un riesgo adicional; si estos ingresos extraordinarios se desaceleran o desaparecen, la crisis fiscal se precipitaría antes de 2035.
El reto de Irlanda es crucial: utilizar su actual bonanza financiera para inyectar capital en el fondo de reserva y mitigar el «muro» fiscal que se avecina por el cambio demográfico.



