El Ministerio de Finanzas de Japón informó que las reservas de divisas del país aumentaron a $1.347 billones de dólares en octubre de 2025. Este incremento, aunque modesto, subraya la posición de Japón como una de las economías con mayor acumulación de activos en el mundo y ocurre en un contexto de debilidad histórica del yen frente al dólar.
La principal razón de la fortaleza en las reservas es la divergencia de políticas monetarias entre el Banco de Japón (BoJ) y la Reserva Federal de EE. UU. (Fed). Mientras que la Fed mantuvo tasas de interés relativamente altas, el BoJ ha sido el último banco central importante en normalizar su política, manteniendo tasas cercanas a cero para combatir la deflación. Este amplio diferencial de tasas alimenta el carry trade, donde los inversores se endeudan en yenes baratos para invertir en dólares de mayor rendimiento, lo que presiona a la baja la moneda japonesa.
Desde una perspectiva crítica, el yen débil actúa como un arma de doble filo para la economía japonesa. Por un lado, impulsa las exportaciones de los fabricantes multinacionales, lo que se traduce en ganancias por conversión de divisas. Por otro lado, encarece las importaciones (particularmente de energía y alimentos), aunque el impacto inflacionario se ha mantenido contenido.
El alto volumen de reservas de Japón es un factor de estabilidad financiera, actuando como un colchón contra choques externos. No obstante, el desafío para el gobierno de Sanae Takaichi es gestionar la presión inflacionaria y las críticas internas por la pérdida de poder adquisitivo del yen, sin comprometer la inversión que busca reactivar la productividad nacional.
