Estados Unidos continúa siendo el principal comprador de vino del mundo, con una importación anual que alcanza los 1,226 millones de litros. Sin embargo, las tensiones comerciales con la Unión Europea, en el marco de una guerra arancelaria iniciada por la administración Trump, amenazan con afectar este comercio. Recientemente, la UE impuso un arancel del 50% al whiskey estadounidense, lo que ha generado la amenaza de nuevos aranceles de hasta 200% sobre las importaciones de vino, champán y otras bebidas alcohólicas de Europa.
Estas medidas podrían impactar gravemente a la industria vinícola, que ya se enfrenta a márgenes estrechos y una alta competencia. Según expertos del sector, un aumento de los aranceles sería contraproducente, ya que Estados Unidos es uno de los mercados más importantes para los exportadores europeos de vino. La industria vinícola es especialmente sensible a cualquier tipo de arancel debido a la alta competencia y los márgenes más bajos en comparación con los destilados, que manejan mayores márgenes de beneficio.
El impacto económico de estos aranceles sería significativo, afectando un comercio de 7,789 millones de dólares entre ambos bloques, según estimaciones. Aunque algunos sectores podrían verse perjudicados, también hay actores que podrían salir ganando, como la empresa Diageo, que exporta whisky escocés a EE. UU. y podría beneficiarse si el Reino Unido, fuera de la UE, se mantiene al margen de las medidas arancelarias.
Las disputas comerciales podrían generar una resistencia política en EE. UU., especialmente dentro del sector vinícola, que ya ve con preocupación las posibles restricciones adicionales. Los expertos sugieren que el resultado de esta guerra arancelaria podría alterar el panorama económico global para la industria de las bebidas alcohólicas.