Japón ha inaugurado en Fukuoka la primera planta de energía osmótica de Asia, una tecnología capaz de generar electricidad mediante la simple mezcla de agua dulce con agua salada. Con una producción estimada de 880,000 kWh al año —suficiente para abastecer unas 220 viviendas—, este proyecto coloca al país como pionero regional y segundo en el mundo en adoptar esta fuente energética, después de Dinamarca.
La instalación, gestionada por el Centro de Desalinización de Agua de Mar de Fukuoka, no busca competir aún con la energía solar o eólica, sino complementarlas. Su principal ventaja radica en su operación continua, sin depender del clima ni de combustibles fósiles. El proceso aprovecha la ósmosis natural: el flujo de agua a través de una membrana semipermeable desde una zona de baja concentración salina hacia otra más concentrada. Este movimiento genera presión, la cual impulsa turbinas conectadas a generadores eléctricos.
El sistema japonés utiliza tanto agua dulce como aguas residuales tratadas y agua marina, mostrando un enfoque sostenible y circular. Pese a su potencial, el reto principal sigue siendo la eficiencia, ya que parte de la energía se pierde durante el bombeo y la filtración. Expertos señalan, sin embargo, que el proyecto de Fukuoka podría marcar el inicio de una nueva era en la diversificación energética de Asia, consolidando a Japón como líder en innovación ambiental.