La ratificación de Roland Lescure como ministro de Economía y Finanzas en el nuevo gabinete de Francia busca proyectar un mensaje de estabilidad en medio de una profunda turbulencia política. La designación, que se produce tras la caída del gobierno anterior por un voto de censura, carga sobre Lescure la misión crítica de gestionar las finanzas públicas en un momento de crisis histórica.
El nuevo gobierno hereda un desafío fiscal monumental. Francia enfrenta una deuda pública en niveles récord, superando el 115% del PIB, y un elevado déficit que excede los límites impuestos por la Unión Europea. Para cumplir con las exigencias de Bruselas, Lescure debe impulsar un presupuesto de 2026 que contemple recortes significativos. Este esfuerzo de austeridad es sumamente delicado, ya que el gobierno carece de mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, lo que obliga a negociar cada medida bajo la constante amenaza de una nueva moción de censura.
La inestabilidad política y el riesgo fiscal se han traducido directamente en los mercados, con las agencias de calificación observando de cerca la capacidad de Francia para ejecutar sus promesas de reducción de déficit. Los analistas temen que una parálisis legislativa pueda conducir a una rebaja en la calificación crediticia del país, lo que incrementaría los costos de endeudamiento y podría agravar la desaceleración económica.
La continuidad en la cartera de Finanzas sugiere que el presidente Macron apuesta por una línea de disciplina, pero la prueba de fuego de Lescure será si puede lograr el consenso político para implementar los recortes necesarios sin desatar una crisis social.