29 de octubre de 2025
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OPINIÓN

De Economía y otras cosas

No basta con la ley, ésta tiene que ser justa y eficaz. No basta que la ley sea justa y eficaz, ésta debe respetarse, y el primero que debe respetarla, para que tenga la autoridad moral de exigirles a los demás que la respeten, es el gobernante...
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Arturo Damm Arnal

Lo propio del ser humano es estar gobernado por leyes, no por hombres, por más que sean los hombres quienes las hagan. Las leyes, buenas o malas, brindan seguridad, y una de las más importantes: la jurídica. Si son malas hay que mejorarlas.

Lo correcto es que las leyes sean justas y eficaces. Justas: que reconozcan plenamente, definan puntualmente y garanticen jurídicamente los derechos de las personas. Eficaces: que generen los incentivos para que la gente las cumpla. Si no son justas y/o eficaces hay que mejorarlas para que lo sean, sin olvidar que el primer requisito para que una ley sea eficaz es que sea justa. La justicia obliga moralmente.

Justas o injustas, eficaces o ineficaces, las leyes brindan seguridad, la gente sabe a qué atenerse, conoce las reglas del juego, está gobernada por leyes, comenzando por las constituciones, que son la ley de leyes en el sentido de que ninguna ley debe ser, por más que pueda serlo, ¡ya lo estamos viendo!, inconstitucional.

Si el ser humano no está gobernado por leyes entonces lo está por la voluntad de quien detenta el poder político, que es el poder para obligar, prohibir y castigar, poder que debe limitarse por la ley, para lo cual quien lo detenta debe estar dispuesto a respetarla y hacerla respetar. Entonces hay Estado de Derecho, definido como el gobierno de las leyes justas.

No basta con la ley, ésta tiene que ser justa y eficaz. No basta que la ley sea justa y eficaz, ésta debe respetarse, y el primero que debe respetarla, para que tenga la autoridad moral de exigirles a los demás que la respeten, es el gobernante. No gobierna él, gobierna la ley.

En México estamos pasando de un imperfecto gobierno de la ley a un preocupante gobierno de un solo hombre, AMLO, quien propone cambios legales, claramente inconstitucionales, que van desde la contrarreforma energética hasta reforma al Poder Judicial, y que los propone, no por ignorante, sino por prepotente, creyendo que él y su proyecto transformador están por encima de la Constitución, misma que es perfectible, pero que, con todas sus imperfecciones, brinda seguridad jurídica.

Con AMLO el poco Estado de Derecho que teníamos se está convirtiendo en Estado de chueco, con un gobierno monocrático y autocrático. Monocracia: el gobierno de un solo hombre, que puede ejercer el poder, según la ley, o según su voluntad. Autocracia: el gobierno de un solo hombre que ejerce el poder según su voluntad. Su palabra, producto de sus prejuicios, caprichos, ocurrencias, utopías, es la ley.

Si algo estamos viendo en México es, en primer lugar, que la Constitución y las leyes no se imponen por sí mismas. Sin la voluntad de quienes deben obedecerlas, para obedecerlas, sirven para nada. En segundo lugar estamos viendo que AMLO y sus secuaces (secuaz: quien sigue el partido, doctrina u opinión de alguien más), no están dispuestos a obedecerlas, comenzando por la Constitución, pese a que AMLO juró, el 1 de diciembre de 2018, respetarla y hacerla respetar.

Lo propio del ser humano es estar gobernado por leyes, no por hombres. La 4T supone, no el gobierno de la ley, sino el gobierno de AMLO. Supone, no la democracia y la república, sino la monocracia y la autocracia. Supone, no el Estado de Derecho, sino el de chueco. Supone, no la polis de los ciudadanos, sino el corral de los borregos, o la cadena de los esclavos, o la cárcel para los disidentes. Supone el peor ejercicio del poder político, que es el poder para obligar, prohibir y castigar. Supone el peor de los gobiernos posibles. Hacia allá vamos.

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