El cambio climático (CC) es una de las dos amenazas existenciales reconocidas por la comunidad internacional (siendo la otra las armas de destrucción masiva), desde hace varios años. No obstante, a pesar de eso, limitados cambios, en comparación con la urgencia del tema, han seguido los países del globo para atender a tan caótica situación como es la degradación del medio ambiente. ¿Qué esfuerzos recientes se han conllevado?
Por difícil que parezca en la actualidad, el CC era un tema de debate real hace 60 años. La comunidad científica se reunía a explicar, de manera genuina, sus consideraciones acerca de si la modificación en la temperatura global que se registraba progresivamente en la Tierra era objeto de un cambio natural que experimentaba el planeta o si era producto de la acción directa de la humanidad en nuestro hábitat.
En la década de 1960, el CC se comenzaba a estudiar con mayor profundidad, lo que generaba opiniones divididas en la comunidad científica acerca de la naturaleza de su existencia. Sin embargo, al paso del tiempo se ha recuperado evidencia contundente que afirma que es producto de nuestras acciones hacia el medio ambiente. Es complicado que hoy podamos decir que el CC sigue en debate, aunque haya individuos que busquen generar capital político al negarlo.
Pero la pregunta es: ¿qué esfuerzos se han realizado? A finales del siglo pasado, el Protocolo de Kyoto sirvió como un engrane de la gobernanza global dirigido a la protección del medio ambiente. Sin embargo, a pesar de sus intenciones, los elementos vinculantes eran limitados para la rendición de cuentas de los estados miembros. Hoy en día, el instrumento más reciente y sofisticado que existe es el Acuerdo de París, cuyo carácter vinculante lo hace un ente regulador del medio ambiente en el globo.
Pero la gobernanza global no se limita a lo que los agentes, estatales o no, puedan realizar de manera conjunta. Varios países han evidenciado su compromiso con la protección del medio ambiente para eliminar el CC. Por ejemplo, en México, las pasadas administraciones realizaron propuestas interesantes. En la actualidad, Estados Unidos de América, con Joe Biden, ha propuesto un plan de infraestructura millonario que apoyaría a la protección del medio ambiente.
Hace no mucho, un puñado de países ha señalado que prohibirían vehículos de combustión interna: Noruega para 2025; Dinamarca, Irlanda, Países Bajos y Reino Unido, entre otros, para 2030; y Francia para 2040. Interesante es mencionar que, en un ejemplo de paradiplomacia, la provincia canadiense de Quebec también se ha pronunciado, asegurando que su meta al respecto es 2035.
En este contexto, la una nueva ley acordada por el Parlamento europeo y los estados miembro de la Unión Europea (UE) reduciría la emisión de carbono en al menos 55% para 2030. Suena una política verde que, haciendo uso de su imagen y a través de su práctica, podría influir a otros países alrededor del globo para unirse al esfuerzo de la protección del medio ambiente.
Difícilmente siendo coincidencia, un punto relevante es que este anuncio se inserta en el preludio de una conferencia global de líderes en la que uno de los temas a tratar es el CC. Se mostrarían propuestas y se presentarían planes individuales de acción para preservar el medio ambiente, por lo que el movimiento de la UE puede considerarse como un mensaje al mundo recalcando su posición global como mediadora en la zona geográfica a la que pertenece y también mundial, es decir, como un buen ejemplo de gobernanza regional y global para generar entendimientos y buenas prácticas.