Rodrigo Saval Pasquel
Para muchos, la frase “construir en colectivo” les suena como algo extraño. Estas palabras son mencionadas constantemente en discursos de Movimiento Ciudadano, y a la vez representan un ideal con el cual personalmente comulgo. A lo que se refiere esta frase, es que a cualquier movimiento —ya sea político, social, cultural, religioso, o de cualquier otro índole— no lo construyen una o pocas personas, sino que este debe de incluir los esfuerzos de todas las personas. Esto, como lo opuesto al “cangrejismo”. Pero ¿qué es el “cangrejismo”?
Me atrevo a decir que la gran mayoría de las y los mexicanos, en algún punto hemos escuchado el cuento de los cangrejos mexicanos. Brevemente, el relato hablaba sobre cubetas con cangrejos de distintas nacionalidades en las que las cubetas de países como Japón o Alemania se mantenían tapadas mientras que la mexicana se mantenía descubierta. Esto ya que los cangrejos de otras nacionalidades cooperarían para salir de su encierro, mientras que los cangrejos mexicanos evitarían que un cangrejo salga de esta penosa situación, porque —estereotípicamente— el mexicano es envidioso del triunfo ajeno, y no le gusta que nadie sobresalga más que él.
Si bien esto no generaliza a las y los mexicanos, —por experiencia propia— puedo atreverme a decir que si existen muchas personas así, especialmente en política. Sobre algo que tampoco se menciona mucho, pero que en lo personal me hace mucho sentido y que además refuerza la enseñanza detrás de la historia sobre los cangrejos, es que en México, el ego generalmente es la fuerza que domina el actuar de millones de personas. Tomando lo anterior en cuenta, lo que importa es sobresalir. No el cumplir objetivos, no el lograr metas, no el solucionar problemas, sino el simple hecho de ser el centro de atención.
Esto aplica en diferentes aspectos de la vida cotidiana. Puede ser en lo profesional, en lo personal o en lo social. A mí me gusta imaginar un país en el que más que dejar el ego atrás, se pueda buscar la forma en la que todos los intereses comulguen hacia un bien general y comunitario. La gran virtud de la utopía democrática implica que en colectivo el consenso generalmente llevará a lo que conviene a la mayoría. En la actual “democracia” mexicana, hoy es evidente que las instituciones han sido manipuladas para lograr dos objetivos: ordeñar dinero del erario público y/o complacer los caprichos de una sola persona.
En el país hacen falta más personas que trasciendan al ego y que desde la empatía y la inteligencia colectiva, ayuden en la construcción de un mejor país. En estos meses, yo he estado en búsqueda de perfiles que aporten cosas positivas al país —independientemente de las ideologías políticas, religiosas, económicas o sociales— para buscar apoyar con mis herramientas y mis privilegios a aquellas personas que como yo, creen que un México mejor es posible.
Es por eso que estaré viajando y generando convocatorias para poder invitar y apoyar a aquellas y aquellos valientes que estén listos para dejar atrás sus intereses individuales y así poder abonar en los intereses colectivos. Hoy invito a todas esas personas que en algún punto de su vida han sido víctimas del “cangrejismo” y que coinciden en la idea de que es un vicio social que se debe de eliminar a que me contacten por el medio que gusten, y a que se sumen al diseño y construcción del andamiaje de una nueva sociedad que sí merezcamos las y los mexicanos. El futuro se construye en el presente. Y por lo menos en mi caso, me gusta construirlo en colectivo.