5 de octubre de 2024 4:34 pm
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OPINIÓN

Esclavos de la economía

La reducción de la jornada laboral era una oportunidad importante para velar por los intereses de un grupo inmenso e importante de la población como lo son los trabajadores; sin embargo...

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Por Aldo Yair Caballero Sandoval en colaboración con Jaime Tbeili Benpalti


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A estas alturas de la historia tendría que parecer absurdo el continuar en la encrucijada de si deberíamos servir a la economía o si ésta debería servir a nosotros; sin embargo, esta cuestión sigue muy vigente en la toma de decisiones de nuestro país. Los indicadores macroeconómicos como: el producto interno bruto, balanza comercial, tipo de cambio, productividad, etc., tienen mayor peso que las cuestiones que realmente son relevantes para el bienestar de la población. Lo anterior ha sido muy evidente durante las últimas semanas, pues los mexicanos hemos sido testigos de cómo gran parte del sector empresarial se rehúsa a bajar la jornada laboral de 48 horas a 40, poniendo en segundo plano al trabajador.

Uno de los comentarios más desatinados que se han dado respecto al tema fue por parte del empresario Carlos Slim, quien comentó que: “[…] es mejor que las personas trabajen 48 horas y ganen más, a que trabajen 40 horas y ganen menos”. Esta afirmación no podría estar más alejada de la realidad, pues según cifras dadas durante el 2022 por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), reportó que el mexicano labora un promedio de 43 horas por semana y recibe una compensación de 300 dólares. La diferencia es significativa si lo comparamos con un país de la región, por ejemplo, con Chile, pues éste sólo labora un promedio de 37 horas a la semana y refleja salarios de 610 dólares. Es decir, el chileno con 6 horas menos horas de trabajo logra ganar más del doble que un mexicano. Con ello, se deja en claro, que contrario a lo que piensa el empresario, el trabajar más tiempo no necesariamente implica recibir una compensación monetaria mayor. Para llegar a la situación que propone Slim, tanto el sector empresarial como el gobierno tienen que garantizar las condiciones adecuadas, pero la falta de voluntad de ambos ha frenado su avance.

Por otro lado, el presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX), desestimó la reducción de la jornada laboral afirmando que no es el tiempo adecuado y, en su lugar, se tiene que trabajar para mejorar la productividad. Sin embargo, una vez más el sector empresarial hace afirmaciones inexactas en torno a esta cuestión. Lo que ha mostrado la evidencia es que más horas de trabajo no viene de la mano con una productividad más grande. Para ello, recurramos de nuevo a cifras de la OCDE, pues mientras que cada hora trabajada en Irlanda aporta 141 dólares; en México, la aportación es de 94 dólares por cada hora. Así, en México, por más horas que se trabajen, la contribución de una hora de trabajo al producto interno bruto (PIB) es la más baja de los países miembros de esta organización.

Lamentablemente, en el caso de México la encrucijada de si servir a la economía o no, se acabó. Se ha optado por poner a ésta como un fin en sí mismo y no como un medio para alcanzar el bienestar de toda la población; se prefirió dar mayor relevancia a indicadores macroeconómicos vacíos que a cuestiones que de verdad preocupan a los mexicanos; el perseguir la productividad pudo más que la salud de los trabajadores. La reducción de la jornada laboral era una oportunidad importante para velar por los intereses de un grupo inmenso e importante de la población como lo son los trabajadores; sin embargo, se optó por seguir siendo esclavos de la economía.

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