Con motivo del Día Mundial de la Libertad de Prensa, Reporteros Sin Fronteras publicó este viernes 3 de mayo la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2024, donde se muestra una caída del promedio mundial de 7.6 puntos. Más de la mitad de los 180 países incluídos en este índice muestran un deterioro en las condiciones que enfrenta el periodismo en esas naciones, sobre todo por aspectos políticos. La clasificación se basa considerando el contexto político, el marco legal, el entorno económico, el contexto sociocultural y las condiciones de seguridad.
Los cinco países mejor clasificados son Noruega (91.89 puntos de un total de 100), Dinamarca (89.6), Suecia (88.32), los Países Bajos (87.73) y Finlandia (86.55). Mientras que los cinco países al final de la tabla son Irán (21.3), Corea del Norte (20.66), Afganistán (19.09), Siria (17.41) y Eritrea (16.64).
Una de las regiones más afectadas es el hemisferio americano, donde resulta prácticamente imposible para los periodistas cubrir historias relacionadas con el crimen organizado, la corrupción o el medio ambiente, por miedo a represalias, incluso ser asesinado, sin que los gobiernos tomen medidas pertinentes para su seguridad, a pesar de que en varios de ellos -como en México- existen leyes vigentes para su protección. La proporción de países en situación “bastante buena” cayó drásticamente, pasando del 36%, en 2023, al 21%, en 2024.
Canadá es la mejor clasificada en el hemisferio (lugar 14), aunque la mayoría de los medios impresos en todo el país están sufriendo por las condiciones económicas. Destaca la caída de Estados Unidos del lugar 45 al 55, donde las campañas para las elecciones de noviembre están generando un ambiente de creciente desconfianza hacia los medios, alimentada esencialmente por la abierta hostilidad de Donald Trump y de muchos de los legisladores republicanos que lo apoyan, los cuales han llamado al encarcelamiento de periodistas y han instigado ataques de sus seguidores durante diversos actos de campaña en contra de los medios que no comulgan con sus ideas.
México (49.01 puntos) ocupa el lugar 121 de la clasificación y sigue siendo el país sin guerra más peligroso para los reporteros: es el país del mundo con el mayor número de periodistas asesinados en la última década (72), donde el gobierno ha promovido desde el 2018, una retórica abiertamente hostil, similar a la del gobierno de Trump. En la clasificación, está por encima de Bolivia, Cuba, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Perú y Venezuela, entre los países del hemisferio.
En casi todos los países de América del Sur, la situación de la libertad de prensa se considera como “problemática”, tanto por la llegada al poder de líderes depredadores, como por la incapacidad de los gobiernos para frenar la violencia contra los periodistas. La situación en Argentina (lugar 66) se considera especialmente preocupante, tras la llegada del presidente Javier Milei, cuyas agresiones hacia el periodismo están afectado al pluralismo de esa nación. En Perú (lugar 125), las condiciones para ejercer el periodismo se van deteriorando a medida que el sistema político se vuelve cada vez más opaco, habiendo caído 48 lugares en sólo dos años. Y en Centroamérica y el Caribe, Jamaica, Costa Rica y República Dominicana (lugares 24, 26 y 35 respectivamente) contrastan con el resto de la región.
Preocupa la creciente influencia de Rusia (lugar 162) en Asia y en Europa. Continúa abatiendo al periodismo independiente, habiendo más de 1,500 periodistas que han salido de ese país desde la invasión de Ucrania y varios periodistas -nacionales y extranjeros- están encarcelados acusados de ser “agentes extranjeros,” “espías” o “indeseables.” Hay que destacar que Reporteros Sin Fronteras no incluye en esta clasificación un rubro relacionado con el uso y publicación de desinformación, en las que las campañas de China y Rusia en diversos países, sobre todo en épocas de elecciones nacionales, han demostrado una gran eficiencia.
Por todo esto es que quiero que esta entrega vaya con una enorme felicitación a este portal, donde quienes colaboramos sabemos que nuestras ideas son respetadas y nuestras palabras -sin importar el estilo de cada uno- se reproducen fielmente. Es una tribuna que debe aspirar a más y en eso todos aquellos que participamos somos responsables. Sobre todo, cuando enfrentamos tiempos en los que pensar de manera independiente te puede representar una andanada de improperios y amenazas injustificadas. Pero vale la pena.