Escuchar
Todavía no me atrevo a creer por completo que esto esté sucediendo. Diferentes medios de comunicación reportan que Israel y Hamas (el grupo terrorista que gobierna el territorio de Gaza) han alcanzado un acuerdo para un cese al fuego y la liberación paulatina de los rehenes secuestrados desde el 7 de octubre de 2023.
El acuerdo se implementará en tres fases. En la primera, Hamas liberará a 33 rehenes a cambio de aproximadamente 2,000 prisioneros palestinos que cumplen sentencias en prisiones israelíes. Israel, además, se retirará de las zonas pobladas de Gaza y reducirá significativamente su presencia en la franja. También se extenderá ayuda humanitaria adicional a la que Israel ya está aportando. Esta etapa durará seis semanas.
En la segunda etapa, serán liberados el resto de los rehenes vivos a cambio de aún más prisioneros palestinos. También en esta etapa, Israel iniciará una retirada completa de Gaza. Finalmente, en la última fase, Hamas devolverá los cuerpos de los rehenes que murieron en cautiverio a cambio de un programa de reconstrucción que durará de tres a cinco años. Cada etapa solo se iniciará si se cumplen las condiciones de la anterior.
El acuerdo no se salvó de críticas. Dos son particularmente interesantes: En primer lugar, los rehenes que llevan 15 meses en cautiverio son personas inocentes, capturadas en un acto terrorista. Los prisioneros que Israel liberará cometieron crímenes y fueron juzgados y sentenciados. Sus condenas están determinadas, no son indefinidas, y si se comete algún abuso a sus derechos humanos, el perpetrador también es juzgado. Prisioneros y rehenes no son iguales y no viven situaciones correspondientes. Todo esto sin mencionar la inmensa disparidad en los números que libera cada bando.
En segundo lugar, este resultado parece fortalecer la idea de que el terrorismo sí puede producir consecuencias deseables y, por lo tanto, lo incentiva. Desde una perspectiva meramente económica, negociar con terroristas no solo les da legitimidad, sino que también da la impresión de que se puede ganar algo a través del terrorismo. Hamas recuperó miles de militantes gracias a su ataque.
Ambas críticas tienen cierto sentido, pero olvidan que el objetivo de Israel, desde el principio de la guerra, fue recuperar a sus ciudadanos. Israel estaba dispuesto a soportar cualquier sacrificio con tal de reunir a las familias separadas, desde liberar prisioneros hasta negociar con terroristas.
Además, sería ridículo decir que Hamas no perdió nada a lo largo de estos meses tan complejos. La respuesta de Israel fue fuerte, y justamente esa respuesta es la que puede desincentivar el terrorismo a largo plazo. No importa lo que se consiguiera en el acuerdo, el precio a pagar por cometer un acto de este tipo claramente fue elevado. Cualquiera se lo pensaría dos veces antes de volver a hacer algo así.
Para quienes llevamos 467 días esperando que los rehenes vuelvan a casa, la sensación de ver esto convertirse en una realidad es indescriptible. Pareciera que inhalamos ese 7 de octubre y no habíamos exhalado hasta hoy. Por supuesto que hay un camino largo por recorrer todavía y hasta no ver a todos los rehenes en casa, la guerra no habrá terminado oficialmente. La paz todavía no llega, el antisemitismo sigue al alza en casi todo el mundo y las heridas por sanar son profundas. Eso no cambia que hoy se empieza a respirar en el ambiente un optimismo cauteloso.
Para Ariel y Kfir Bibas (4 años y 9 meses respectivamente al momento de su captura). Deseando que regresen a casa pronto.
