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Arturo Damm Arnal
Economista y filósofo, profesor universitario y autor de múltiples libros, con una destacada carrera como comentarista en medios.
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En materia de economía lo deseable es que el crecimiento (que se mide con el Producto Interno Bruto), sea el mayor posible y, de los males el menor, que la inflación (que se mide con el Índice Nacional de Precios al Consumidor), sea la menor posible (lo ideal es la deflación), condiciones que deben cumplirse para minimizar la escasez.
Escasez: no todo alcanza para todos, menos en las cantidades que cada uno quisiera, y mucho menos gratis. ¿Algún día la eliminaremos? ¿Algún día viviremos en un mundo en el cual todo alcance para todos, en las cantidades que cada uno quiera, y gratis? No, nunca la eliminaremos, pero de lo que sí hemos sido capaces (¿exagero si digo de manera espectacular?), es de minimizarla considerablemente (lo cual no implica negar lo que falta por hacer para que todo ser humano alcance el mínimo de bienestar aceptable: que genere, gracias a su trabajo, ingresos suficientes para satisfacer correctamente sus necesidades básicas).
¿Cuál fue la condición de los primeros seres humanos, al inicio de la historia, en términos de bienestar, que depende de la cantidad, calidad y variedad de los bienes y servicios de los que se dispone para satisfacer necesidades? Muy precaria: poca cantidad, baja calidad, poca variedad (piénsese en lo básico: alimento, alojamiento, vestido, calzado, transporte, utensilios y herramientas).
Compárese, en términos de bienestar, de la disposición en cantidad, calidad y variedad adecuadas de satisfactores, las condiciones de los primeros seres humanos con las de un consumidor hoy, con suficiente poder de compra, en el típico centro comercial de nuestras ciudades. La primera pregunta que debemos hacernos (que, dicho sea de paso, es la pregunta más importante que todo economista debe hacerse), es ¿qué condiciones tuvieron que darse para pasar de la relativa escasez (tanto en cantidad, como en calidad, como en variedad), del pasado, a la relativa abundancia del presente (en cantidad, calidad y variedad)?
¿Cuáles son las condiciones de posibilidad del progreso económico, definido como la capacidad para producir más (dimensión cuantitativa), y mejores (dimensión cualitativa), bienes y servicios, para un mayor número de gente (dimensión social)? ¿De qué depende esa capacidad? De las inversiones directas, que se destinan a la producción de bienes y servicios. ¿De quién depende? De los empresarios, quienes las llevan a cabo.
Para no hacer el cuento largo (y no por falta de interés sino de espacio), para minimizar la escasez se requiere, entre otras condiciones, que se produzca la mayor cantidad posible de bienes y servicios, tema relacionado con el crecimiento de la economía, y que se ofrezcan al menor precio posible, tema relacionado con la inflación (realmente con la deflación), condiciones que en la economía mexicana dejan mucho que desear: el crecimiento (de 1971 a 2024), ha sido bajo (2.95% en promedio anual), y la inflación (también de 1971 a 2024), elevada (21.55% en promedio), lejos de la combinación deseable: que el crecimiento sea mayor que la inflación.
Considerando los promedios anuales de crecimiento e inflación, sumamos 54 años de malos resultados. 54 años sin las condiciones para minimizar la escasez y maximizar el bienestar.
Continuará.