Mientras Moscú considera un alto al fuego temporal, en el frente de batalla los combates continúan sin tregua. Para los soldados ucranianos, la diplomacia avanza en un universo paralelo, desconectada de la brutalidad diaria de la guerra.
En un hospital militar del este de Ucrania, los heridos siguen llegando en oleadas. Maksym, un soldado con múltiples heridas de metralla, duda de las negociaciones:
«Considero a Putin un asesino, y los asesinos no se ponen de acuerdo tan fácilmente».
Vova, otro combatiente, comparte su escepticismo:
«No me creo lo del alto al fuego. Nos atacan todos los días. ¿Cómo van a detenerse de repente?».
Los intentos previos de tregua entre Ucrania y Rusia han fracasado. Los acuerdos de 2014 y 2015, mediados por Francia y Alemania, no evitaron la invasión a gran escala de 2022.
A pesar de la reanudación del apoyo militar de Estados Unidos bajo la administración Trump, los soldados aún temen ser abandonados. Ivan, un conductor de un vehículo blindado MaxxPro estadounidense, confiesa:
«Me alivia que EE.UU. vuelva a ayudar, pero aún tengo dudas sobre Trump».
En el campo de batalla, los soldados siguen perdiendo vidas y equipo. La situación en Kursk, que en 2024 fue un éxito táctico para Ucrania, ahora amenaza con convertirse en un revés estratégico.
A pesar de las conversaciones de paz, en el frente la guerra sigue avanzando, con un alto al fuego que parece cada vez más una ilusión lejana.