El apoyo de Wall Street al presidente Donald Trump ha comenzado a desmoronarse. Varios de los magnates más influyentes de la bolsa, que anteriormente respaldaban sus políticas, han manifestado su desacuerdo con las nuevas tarifas impuestas por la administración, que han desencadenado una grave crisis en los mercados financieros. Para figuras como Bill Ackman, fundador de Pershing Square, las decisiones comerciales de Trump representan un “error” que podría desencadenar una desaceleración económica significativa.
En sus comentarios, Ackman, junto con Stanley Druckenmiller y Dan Loeb, criticaron los aranceles globales implementados por Trump, destacando que podrían tener consecuencias perjudiciales para la economía a largo plazo. El presidente de JPMorgan Chase, Jamie Dimon, también expresó su preocupación, subrayando que los efectos negativos de la política comercial podrían acumularse con el tiempo, lo que haría muy difícil revertir los daños en el futuro cercano.
Las críticas se intensificaron a medida que se acercaba la fecha de implementación de los nuevos aranceles, programados para el 9 de abril. Si bien Trump se mostró firme en sus medidas, voces como las de Boaz Weinstein y Howard Marks alertaron sobre el riesgo de una ola de quiebras y la posible venta masiva de bonos corporativos como consecuencia de la guerra comercial. A pesar de los llamados a la moderación, el presidente no dio señales de cambio.
Los comentarios de Ackman y otros importantes inversores marcan un giro significativo en la relación entre Wall Street y Trump. Mientras figuras como Ray Dalio también han expresado su preocupación por las consecuencias económicas de las políticas arancelarias, el futuro de la economía estadounidense sigue siendo incierto ante la falta de consenso sobre la estrategia comercial del presidente.