
Jorge Molina Larrondo
Consultor en políticas públicas y comercio internacional, con más de 25 años de experiencia y participación en negociaciones comerciales.
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1. No nos fue bien. La prensa nacional califica que nos fue bien por no aparecer en la lista de países que Trump leyó en la ceremonia de ayer. Sin embargo, México tiene un arancel del 25% – similar al que aplicó a Corea e India y superior con el que gravará a Japón, Malasia, Italia, Alemania e Irlanda – desde el cuatro de marzo, que afecta a la mitad de nuestros productos que se exportan a Estados Unidos, lo que representa el 42% de nuestras exportaciones totales. Y hay que agregar los aranceles del 25% al acero y al aluminio y, a partir de hoy, a los autos y a las autopartes desde el tres de mayo, sectores clave de nuestra economía.
Somos el principal proveedor de la economía estadounidense, con productos elaborados de acuerdo a sus especificaciones, y Trump ha utilizado como argumento para aplicar todos estos aranceles que nuestros productos son una amenaza para su seguridad, desechando la idea de que somos un aliado clave.
2. Aumenta significativamente la posibilidad de una recesión. Hace un par de semanas, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico publicó una simulación suponiendo que Estados Unidos aplicara un arancel general del 10%, donde México resultó el país más afectado entre los miembros del organismo con un crecimiento negativo de 1.3% este año y de 0.6% el próximo. Esta simulación no incluyó los efectos de las represalias, lo que haría más profundos los efectos arancelarios.
Trump estima que los aranceles forzarán a las empresas que quieran hacer negocios con Estados Unidos a mudarse y producir en ese país. Sin embargo, la flexibilidad que existe en la industria para tomar estas decisiones depende de cada sector: no es lo mismo reubicar una maquiladora textil, lo que puede hacerse en unos días, a abrir una nueva armadora. No toda empresa tiene las mismas posibilidades o los mismos costos de oportunidad para reubicarse, por lo que los aranceles ocasionarán incrementos en los costos de producción, que se pueden traducir en aumentos de precios de los productos finales, desempleo e incluso desabasto.
3. Posibles problemas de abasto y suministro. A partir de la entrada en vigor del TLCAN, Estados Unidos orientó su economía a hacer crecer su sector de servicios, el que tiene márgenes de ganancia mayores que el sector de la manufactura. Los aranceles aplicados ayer por Trump asumen que todo sector tiene márgenes de maniobra suficientemente amplios, cuando la industria textil, del calzado, agropecuaria, del acero y el aluminio han demostrado que no es así. Cuando Trump aplicó aranceles al acero y al aluminio en 2018, los productores mexicanos y los importadores en Estados Unidos acordaron esquemas para absorber dichos aranceles y mantener los niveles de producción para evitar el desabasto.
Desde hace tres semanas, diferentes legisladores demócratas, que representan estados que exportan bienes agrícolas, y organismos del sector sonaron la voz de alarma que en una guerra arancelaria los bienes agropecuarios son particularmente vulnerables. Esto quedó en evidencia en 2018-2020, cuando las represalias adoptadas por México y la Unión Europea hicieron que el gobierno de Trump tuviera que generar un programa de apoyo a los granjeros de su país. Al final del día, los alimentos tuvieron un aumento generalizado de precios en Estados Unidos y los países más desarrollados por encima de la inflación.
4. Es necesario adelantar la renegociación del TMEC. Entre más tiempo pase, se fomentará la incertidumbre generada a partir de los continuos anuncios de aranceles que han detenido nuevas inversiones y postergado otras decisiones de producción en México y muchos otros países. Esperar a iniciar la renegociación hasta el próximo año puede ser peligroso por la posibilidad de que inicie una recesión en México, Estados Unidos o en ambos, lo que nos pondría estratégicamente en plena desventaja. Al iniciar pronto la renegociación y tener la agenda de los capítulos ayudaría a administrar la incertidumbre y orientar las expectativas del mercado.
5. El gobierno tiene que abandonar la idea de controlar la economía. Carece de recursos para orientar el crecimiento de la economía. Al no ofrecer incentivos que ayuden a reducir la percepción de riesgo de operar en el país, sigue ahuyentando a los inversionistas. No es posible reorientar las exportaciones del mercado estadounidense en unos cuantos meses, pero es posible desarrollar nuevos mercados acercándose a otros gobiernos, sobre todo a Canadá y a los países de la Unión Europea.