La desconfianza en la economía global, reflejada en la volatilidad de Wall Street, se atribuye en gran medida a las políticas de Donald Trump. Esta desconfianza trasciende los mercados financieros, impactando la imagen de Estados Unidos a nivel mundial. El «índice jersey», que mide la disposición a mostrar símbolos estadounidenses en público, evidencia un creciente rechazo hacia el país.
La ayuda internacional, un pilar histórico de la imagen de EE.UU., se ha visto comprometida por los recortes presupuestarios de la administración Trump. La cancelación de miles de millones en programas de ayuda ha afectado a países vulnerables y aislado a EE.UU. de la comunidad internacional, erosionando su reputación como líder humanitario.
El ámbito académico y científico, que atraía talento internacional a EE.UU., también ha sufrido un declive. La reducción de fondos y las restricciones migratorias han limitado las oportunidades y desincentivado a estudiantes e investigadores extranjeros. La promesa de ser un «hogar de los valientes» se ha diluido, afectando la competitividad y el atractivo global de las instituciones estadounidenses.
El descenso en los viajes internacionales a EE.UU. refleja un clima de hostilidad hacia ciertos grupos, lo que ha deteriorado la imagen del país como referente de libertad y derechos. Aunque el impacto a largo plazo es incierto, las políticas de Trump están erosionando la imagen de EE.UU. a nivel global, planteando dudas sobre la reversibilidad de esta pérdida de reputación.