Recientemente, se han revelado más detalles sobre la audaz operación encubierta de Ucrania que impactó en el corazón de las bases aéreas de Moscú, donde un centenar de drones ocultos en camiones lograron destruir una parte significativa de la flota rusa de bombarderos estratégicos. La sorpresa radica en la tecnología detrás de esta operación, conocida como Spiderweb: los drones fueron impulsados por ArduPilot, un software de código abierto creado hace dos décadas por entusiastas de la aviación no tripulada.
El uso de este software, un sistema gratuito originalmente diseñado para tareas civiles como agricultura o mapeo, permitió a Ucrania coordinar este enjambre de drones con capacidades de navegación autónoma, estabilización aérea y modos de contingencia, incluso en un entorno hostil saturado de interferencias y sin GPS. ArduPilot nació en 2007 como un proyecto personal de Chris Anderson, ex editor de WIRED, quien construyó un sistema de navegación con piezas de Lego y Arduino que evolucionaría en una comunidad global de código abierto. La ironía de que una herramienta nacida del ocio civil se haya convertido en el núcleo operativo de una ofensiva militar de alto impacto es notable, especialmente porque sus creadores nunca imaginaron un uso bélico para su software. Aunque la licencia de ArduPilot promueve su uso «para el beneficio pacífico de todos», su naturaleza abierta lo hace imposible de restringir, demostrando que la guerra tecnológica actual también se libra en comunidades, foros y repositorios de software libre.
El uso de armas láser no es exclusivo del eje Moscú-Pekín-Teherán. Israel también ha desplegado recientemente su sistema Iron Beam (conocido como Magen Or en hebreo) para interceptar drones de Hezbolá. Este arma israelí, desarrollada por Rafael y la Fuerza Aérea, aún está en fase de pruebas finales, pero ya ha sido utilizada en combate, destacándose por su velocidad de respuesta, precisión y bajo costo por disparo. Por su parte, Estados Unidos ha desplegado unidades experimentales de armas láser en puestos avanzados y buques, aunque sus avances han sido más lentos de lo esperado debido a desafíos técnicos como la sensibilidad de los componentes, los límites térmicos y la eficacia reducida en condiciones ambientales adversas.
Aunque las armas láser representan un avance significativo en la defensa antiaérea, siguen siendo vulnerables. Tienen un alcance limitado, su rendimiento depende del clima y requieren un mantenimiento especializado. Sin embargo, en un entorno donde los enjambres de drones son cada vez más frecuentes y difíciles de interceptar con sistemas tradicionales, los láseres ofrecen una solución atractiva. Su bajo coste por disparo y su capacidad para operar sin munición física los convierten en una alternativa emergente, especialmente para países que buscan superar asimetrías tecnológicas en la nueva era de la guerra de drones.
