La industria automotriz global, especialmente en Norteamérica, se encuentra bajo una nueva amenaza que agrava un panorama ya complejo, marcado por aranceles y tensiones geopolíticas. Las recientes restricciones de exportación de China sobre los minerales críticos y los imanes de tierras raras están generando una escasez que repercute directamente en las operaciones diarias de los fabricantes de automóviles y en sus planes estratégicos de producción, inversión y reconfiguración de la cadena de suministro. Este escenario subraya la vulnerabilidad de la dependencia global de un solo proveedor para estos materiales esenciales.
En abril de 2025, China impuso rigurosas restricciones a la exportación de imanes de tierras raras, componentes vitales para vehículos eléctricos, sistemas de defensa y electrónica avanzada. Aunque se han otorgado licencias temporales a proveedores de General Motors, Ford y Stellantis por seis meses, la incertidumbre persiste. Estas autorizaciones se perciben como una medida contingente, sin garantías de una solución estructural a largo plazo. China, que controla más del 90% de la producción mundial de tierras raras y el 70% de sus imanes, utiliza esta hegemonía como una poderosa herramienta de presión diplomática y comercial.
El impacto ya es palpable. Ford ha tenido que detener la producción del Explorer en su planta de Chicago por falta de imanes, y organizaciones del sector automotriz han alertado que la escasez podría paralizar la producción, similar a lo ocurrido con la crisis de semiconductores. En Europa, la situación es igualmente crítica, con varias plantas deteniendo líneas de producción y solo una cuarta parte de las solicitudes de exportación aprobadas por China. Un informe de BMI – A Fitch Solutions Company, incluso sugiere que los fabricantes podrían reconsiderar deslocalizar parte de su producción a China para eludir las barreras de exportación, lo que plantearía una contradicción para las estrategias de nearshoring en Norteamérica.
En este contexto, México emerge con una oportunidad estratégica significativa. Dada su ubicación, tratados comerciales y costos laborales competitivos, el país podría atraer inversiones para la manufactura local de componentes alternativos, el reciclaje de tierras raras y la relocalización de eslabones críticos de la cadena de suministro. En México ya se han identificado yacimientos y potencial para la existencia de estos minerales en estados como Oaxaca, Chihuahua, Coahuila, Sonora, Guanajuato, Guerrero, Durango, Hidalgo, Sinaloa y Zacatecas. Además, México podría forjar alianzas tecnológicas con países como Japón, Corea del Sur o la Unión Europea, buscando reducir su dependencia de China. La creación de un clúster especializado en materiales críticos en regiones como el Bajío o el norte del país no solo reforzaría la autonomía tecnológica regional, sino que protegería a México de futuras disrupciones en la cadena de suministro global, posicionándolo como una pieza clave en la nueva arquitectura de la movilidad.