12 de julio de 2025 11:36 pm
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OPINIÓN

Sin crecimiento global, sin reacción nacional

Y más allá de lo económico, los conflictos bélicos y la revuelta situación geopolítica se han convertido en detonadores de inestabilidad social en varios puntos del mundo. Esto hace que prácticamente no exista...

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Coyuntura económica y algo más

En una tormenta global, los ciegos no ven, pero los necios se mojan igual…

Macraf

A lo largo de estos meses he escrito una y otra vez sobre la desconexión entre la narrativa oficial y la realidad económica del país. Pero esto me ha llevado a una pregunta que vale la pena plantear con seriedad: ¿la situación económica fuera de México es mejor? Y la respuesta, como casi todo en economía, es compleja y matizable.

El mundo, lejos de un escenario ideal, atraviesa una fase de desaceleración generalizada y alta incertidumbre. Los datos y proyecciones recientes muestran un deterioro de las perspectivas globales que afecta incluso a las principales economías, comenzando por Estados Unidos, y que inevitablemente presiona también a México.

Aunque el crecimiento mundial fue “estable” en 2024, ya se describía como “deslucido”, y para 2025 el panorama ha empeorado. Desde enero, el gobierno estadounidense ha implementado nuevas medidas arancelarias, llevando las tasas efectivas a niveles no vistos en casi un siglo. Esta rápida escalada de tensiones comerciales y el alto nivel de incertidumbre política son un shock negativo directo sobre el crecimiento global.

Las cifras hablan por sí solas: el crecimiento global proyectado para 2025 bajó de 3.3% a 2.8%, y el de 2026 a 3%, ambos muy por debajo del promedio histórico. Las economías avanzadas no escapan a esta tendencia: Estados Unidos bajaría su crecimiento a 1.8%, mientras que el pronóstico más pesimista, publicado por el Wall Street Journal, lo ubica en 0.8%, con una probabilidad de recesión del 45%. En la zona del euro, se espera apenas un 0.8%, y en China, el efecto de las medidas comerciales también pasará factura.

A esto se suman riesgos globales adicionales: posible inestabilidad financiera, ajustes abruptos en los mercados, fluctuaciones cambiarias, contracción de la fuerza laboral mundial y, quizás lo más delicado, el agotamiento del margen de maniobra en política económica y pública, lo que podría reavivar tensiones sociales en varias regiones.

Y más allá de lo económico, los conflictos bélicos y la revuelta situación geopolítica se han convertido en detonadores de inestabilidad social en varios puntos del mundo. Esto hace que prácticamente no exista un solo rincón del planeta exento de tensiones sociales o económicas. Y si en el mundo hay guerra, inestabilidad y riesgo, en México, además, hay que sumar los elevados niveles de inseguridad que se viven en amplias zonas del territorio nacional. Un ingrediente más en una receta cada vez más amarga.

En este contexto, la única esperanza sería una desescalada arancelaria y nuevos acuerdos comerciales que den estabilidad, pero eso se ve lejano.

¿Y México? Luce frágil, estancado y vulnerable. Apenas vamos en el día ciento tres del año, y 2025 ya se perfila como un año perdido. El crecimiento proyectado es mínimo o nulo: Citi estima 0.3%, el IMEF 0.2% y Banamex directamente 0%. Funcionarios del Banco de México hablan abiertamente de “atonía económica” e incluso de una entrada en recesión.

La inversión privada sigue congelada, el consumo privado se frena, el gasto público se contrae y el mercado laboral no muestra señales de mejora. La altísima correlación de México con la economía estadounidense, especialmente en manufactura, compromete aún más el motor exportador ante las nuevas tensiones comerciales. Si a eso sumamos la reforma judicial y la racionalización del gasto público, el escenario se vuelve más incierto.

Y eso no es todo: las amenazas de Trump sobre nuevos aranceles por el incumplimiento del Tratado de Aguas y la posible renegociación del T-MEC en sus términos son un nuevo frente de riesgo, uno que podría afectar directamente las perspectivas de crecimiento de México.

En buen cristiano: la idea de que “fuera de México todo está mejor” es parcialmente falsa. El mundo está golpeado, sí, pero la diferencia es que algunos países están enfrentando la tormenta con estrategia, mientras otros —como el nuestro— siguen negando que llueve.

Porque una cosa es sufrir el impacto externo, y otra muy distinta es insistir en que “todo va bien” cuando la economía se estanca, la inversión se evapora y el empleo no llega. Y ahí, la narrativa de la nueva moradora de palacio se vuelve no solo desconectada, sino irresponsable. Decir que somos la envidia del mundo cuando los números reflejan parálisis, es absurdo.

Basta revisar los últimos seis años: la llamada transformación de cuarta no solo no corrigió nada, sino que ahora puede agravar los problemas. Pero claro, mientras ellos mantengan el poder, lo demás es irrelevante.

Así, así los tiempos estelares del segundo piso, de la transformación de cuarta.

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