23 de julio de 2025 5:11 am
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OPINIÓN

Subordinados al crimen, sometidos al exterior

La realidad es que hoy por hoy no hay forma de defender al gobierno. Lo dije durante todo el sexenio del hoy morador de Palenque: la economía mexicana entró en un proceso de deterioro que, aunque no ha llegado a los niveles...

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Coyuntura económica y algo más

Quienes gritan soberanía, suelen deberla… con intereses.

Macraf

Una y otra vez he leído los comentarios de los babeantes seguidores de la transformación de cuarta en distintas plataformas donde tengo oportunidad de colaborar. La constante en sus ataques es la misma: que la información que proporciono es falsa, que mis análisis son tendenciosos, y que mi único fin es “atacar al gobierno”. Lo curioso es que jamás se toman la molestia de verificar las fuentes. Cada uno de mis artículos se basa en datos públicos, en cifras del propio gobierno: el Inegi, la Secretaría de Hacienda, el Banco de México, la Secretaría de Economía. Pero cuando los números contradicen el dogma, el fanatismo prefiere gritar antes que leer.

La realidad es que hoy por hoy no hay forma de defender al gobierno. Lo dije durante todo el sexenio del hoy morador de Palenque: la economía mexicana entró en un proceso de deterioro que, aunque no ha llegado a los niveles de crisis de los noventa, se encamina hacia un punto de no retorno. En economía nadie puede señalar exactamente cuándo empieza una recesión ni cuándo termina. Los datos son siempre a posteriori. No sabremos que estamos dentro de una recesión hasta que ya hayamos avanzado en ella. Y cuando eso ocurra, los discursos de “todo va bien” se volverán ridículos… más de lo que ya son.

Y mientras eso ocurre, la presión desde fuera se acumula. Apenas el sábado pasado, el gobierno de Estados Unidos anunció que, a partir del primero de agosto, aplicará un arancel del 30 % a todas las exportaciones mexicanas, como represalia por lo que consideran una falta de acción efectiva del gobierno mexicano para frenar el tráfico de fentanilo. La carta firmada por el presidente Donald Trump es clara: México ha colaborado, sí, pero no lo suficiente. La medida también alcanza a la Unión Europea —con el mismo 30 %— y a Canadá, con un arancel del 35 %, por desequilibrios comerciales. Pero que no se nos olvide: México es el vecino directo. Y el golpe está perfectamente calculado.

Y mientras se digería ese anuncio, llegó otro: la suspensión de la investigación antidumping al tomate fresco mexicano, lo cual en la práctica significa la imposición de una cuota compensatoria del 17 %. Otro frente abierto en la relación bilateral. Otro mensaje de que la paciencia de nuestro principal socio comercial se agotó.

Todo esto ocurre mientras en México la inversión sigue estancada, no se generan empleos nuevos, la inflación se mantiene fuera del objetivo de Banxico, y las instituciones pierden credibilidad con cada organismo autónomo que desaparece. A esto hay que sumarle la reciente farsa de elección judicial, en la que jueces ligados al oficialismo llegarán al Poder Judicial bajo el disfraz de una “elección democrática”. Y todo esto no es opinión. Son datos. Hechos. Hechos que el oficialismo se niega a aceptar.

El tema del huachicol fiscal, por ejemplo, vuelve a estar en la mesa. Y lo que hoy se conoce confirma lo que muchos sabíamos: el gobierno anterior toleró —cuando no facilitó— las operaciones del crimen organizado en áreas clave de la economía nacional. Las omisiones y complicidades del sexenio pasado son parte de la factura que ahora el país está pagando. Pero el gobierno actual, en vez de corregir, decidió mirar hacia otro lado. Y ahora, los golpes vienen del exterior, pero la culpa también está dentro.

Porque no es casualidad que los productos que podrían seguir con aranceles sean el aguacate y el mango. Ni que esos tres —tomate, aguacate y mango— se cultiven en zonas controladas por el crimen organizado. ¿De verdad alguien cree que es coincidencia? Estados Unidos está cerrando el flujo económico de los cárteles. Y está usando el comercio exterior como herramienta para ello. México, mientras tanto, sigue hablando de soberanía… pero calla cuando se trata de tocar al crimen.

Nada de esto es improvisado. Cada decisión está conectada. La presión crece y, además, se añade un elemento que puede sacudir al país: el testimonio de Ovidio Guzmán en Estados Unidos ya comenzó. Está hablando. Está señalando. Está dando nombres. Y cuando alguien con esa información habla, no solo tiembla la clase política, también tiembla la economía, porque la credibilidad institucional es un pilar para atraer inversión, y cuando esa credibilidad se erosiona, el capital huye.

Los mercados no perdonan el ruido político. Mucho menos el que huele a crimen. Y aquí ya no hablamos de versiones, hablamos de vínculos, de omisiones, de estructuras. Todo está conectado. Y mientras en Palacio Nacional siguen repitiendo que no nos subordinamos a nadie, la verdad es que hace mucho tiempo, por lo menos en lo económico, la transformación de cuarta subordinó al país… al crimen organizado.

Y esos son datos, no ocurrencias.

Así, así los tiempos estelares del segundo piso, de la transformación de cuarta.

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