A más de 10 mil kilómetros de distancia, al otro lado del Océano Pacífico, se encuentran México y Japón, dos países que, a pesar de sus aparentes diferencias, comparten una profunda historia de resiliencia y amistad que se remonta a 1888. Ricardo Sheffield, abogado, político y autor del libro «El país de enfrente: México y Japón, una historia de resiliencia», destaca en su obra las similitudes entre ambas naciones, incluyendo su ubicación en el Cinturón de Fuego del Pacífico, lo que las hace propensas a la actividad sísmica, y un camino histórico complejo marcado por desafíos con potencias occidentales.
El inicio de su relación formal se selló con la firma del Tratado de Igualdad en 1888, un hito significativo para Japón al ser su primer acuerdo comercial en condiciones justas con una nación extranjera, y la primera alianza con un país latinoamericano. Este tratado simbolizó la importancia de México para Japón, evidenciada por la ubicación privilegiada de la embajada japonesa en Tokio. Para el gobierno de Porfirio Díaz, este acuerdo representó la apertura de nuevas puertas comerciales en regiones donde México no tenía una presencia significativa, en un momento de estabilidad política tras un siglo XIX convulso.
Un factor común y complejo en la historia de ambos países ha sido la influencia de Estados Unidos. Sheffield lo describe como un «amigo bipolar», capaz de generar tanto grandes beneficios como profundos traumas. México sufrió la pérdida de vastos territorios, mientras que Japón experimentó la devastación de las bombas atómicas en 1945. A pesar de estas experiencias traumáticas y de encontrarse en ruinas, ambas naciones demostraron una asombrosa capacidad de recuperación, aunque con procesos distintos debido a sus contextos internos y estructuras políticas.
Actualmente, a pesar de las complejidades en las relaciones comerciales globales, incluidas las generadas por la administración de Donald Trump, los lazos entre México y Japón se mantienen sólidos. México es el socio latinoamericano más importante para Japón, y Japón es el tercer socio económico más relevante para México, lo que subraya una necesidad comercial recíproca. El libro de Sheffield explora este paralelismo histórico, destacando la resiliencia como el hilo conductor de su desarrollo, y abarca desde las culturas madres (Jōmon y Olmeca) hasta la consolidación comercial en el siglo XX, con la industria automotriz y el intercambio cultural, incluyendo la creación de los «cacahuates japoneses» y la llegada de las jacarandas a México.
