En un momento de creciente guerra arancelaria y proteccionismo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha emitido una contundente advertencia sobre los riesgos de la desglobalización. En su último informe, publicado este lunes, el organismo alertó que las medidas destinadas a relocalizar las cadenas de suministro «podrían demostrarse costosas» para la economía global y, paradójicamente, no servirían como antídoto eficaz ante posibles shocks. En una referencia implícita a la ola proteccionista impulsada por Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump, la OCDE respalda su tesis con cifras: calcula que las repatriaciones de producción podrían reducir los intercambios internacionales en más de un 18% y mermar el Producto Interno Bruto (PIB) global hasta en un 5%. Este porcentaje podría incluso duplicarse en economías más abiertas.
El alegato de la OCDE a favor del libre comercio se interpreta como un claro mensaje de advertencia en un contexto de elevada incertidumbre. Las políticas comerciales volátiles de Estados Unidos, como los recientes anuncios de subidas arancelarias al acero y aluminio, mientras sus medidas son cuestionadas en tribunales, mantienen a la economía global en vilo y ya comienzan a afectar a la propia economía estadounidense. El informe, titulado OECD Supply Chain Resilience Review, subraya que «ciertas medidas para acercar las cadenas de valor del territorio nacional [relocalización] podrían demostrarse costosas y no asegurarían forzosamente una mayor estabilidad frente a los choques». El impacto en la actividad económica, detalla el análisis, podría oscilar entre el 1.1% y el 12.2% del PIB, dependiendo del nivel y la naturaleza de la integración de cada país en las cadenas de suministro globales.
La OCDE reconoce que eventos recientes, como la pandemia y la guerra en Ucrania, al provocar interrupciones en las cadenas de suministro, han generado una preocupación legítima y han puesto en tela de juicio el alto grado de interconexión de los mercados. El organismo señala que el número de productos importados desde un grupo limitado de proveedores ha aumentado un 50% desde principios de siglo, beneficiando principalmente a China. La participación de China en este proceso de concentración creció del 5% al 30% entre finales de los años noventa y la actualidad, mientras que la contribución combinada de proveedores tradicionales como Estados Unidos, Alemania y Japón disminuyó del 30% al 15%.