El peso mexicano comenzó la semana con una notable depreciación del 0.63%, cediendo terreno frente al dólar. Esta caída se atribuye principalmente a la resurgente preocupación por la posible imposición de nuevos aranceles por parte de Donald Trump, una amenaza que vuelve a generar incertidumbre en los mercados internacionales y, particularmente, en la relación comercial entre México y Estados Unidos.
La volatilidad en los mercados globales se intensifica ante la expectativa de que una futura administración Trump podría retomar políticas proteccionistas. La sola mención de posibles aranceles desencadena nerviosismo entre los inversores, quienes temen el impacto en las cadenas de suministro y el costo de las importaciones y exportaciones. Esta sensibilidad subraya la vulnerabilidad del peso a factores externos y a la retórica política.
La depreciación de la divisa mexicana, además de reflejar la tensión comercial, se produce en un contexto donde los datos económicos de Estados Unidos y las expectativas sobre las tasas de interés de la Reserva Federal también influyen en el sentimiento del mercado. La fortaleza del dólar, impulsada por un panorama económico relativamente más sólido en EE. UU., ejerce presión adicional sobre monedas emergentes como el peso. El escenario actual exige una vigilancia constante, ya que las fluctuaciones en la relación comercial y las decisiones políticas en Estados Unidos seguirán siendo determinantes para la estabilidad del tipo de cambio en México.