Por Arturo Damm Arnal
El crecimiento de la economía se mide por el compartimento de la producción de bienes y servicios para el consumo final, el Producto Interno Bruto, que depende de las inversiones directas, que producen bienes y servicios (con los que satisfacemos nuestras necesidades), crean empleos (para producir alguien tiene que trabajar), y generan ingresos (a quienes trabajan se les paga), inversiones directas que depende de la confianza de los empresarios, dándose esta relación: mayor (menor) confianza de los empresarios = más (menos) inversiones directas = mayor (menor) producción de bienes y servicios (y creación de empleos y generación de ingresos) = mayor (menor) crecimiento de la economía.
Dado que el primer paso hacia el crecimiento de la economía es la confianza de los empresarios es que las expectativas en la materia son pesimistas. Según la media de las 35 respuestas recibidas por el Banco de México en su encuesta de junio sobre las expectativas de los economistas del sector privado, la economía mexicana crecerá este año menos 8.97 por ciento: menos 12.0 según la expectativa más pesimista, menos 6.5 según la menos. Esta fue su evolución a lo largo del primer semestre: enero, 1.00 por ciento; febrero, 0.91; marzo, menos 3.99; abril, menos 7.27; mayo, menos 8.16; junio, menos 8.97 por ciento. De mal en peor.
¿Cómo anda la confianza de los empresarios? Mes tras mes el INEGI publica el Índice de Confianza Empresarial, ICE, que va de 0 a 100 puntos: entre 0 y 50 hay desconfianza; entre 50 y 100 hay confianza; 0 es igual a total desconfianza y 100 a confianza total. Ya tenemos los resultados de junio.
Con relación a la pregunta de si el actual es un buen momento para invertir directamente en México, el ICE se situó, en junio, en 13.1 puntos, zona de desconfianza. Esta fue su evolución durante el primer semestre: enero: 32.2 unidades; febrero, 30.9; marzo, 25.4; abril, 11.8; mayo, 11.3; junio, 13.10 puntos. La buena noticia: en junio, respecto a mayo, la desconfianza de los empresarios fue menor. La mala: la desconfianza de los empresarios sigue siendo considerable, lo cual ya ha afectado a la inversión directa, medida por el comportamiento de la Inversión Fija Bruta, IFB, en instalaciones, maquinaria y equipo.
En términos anuales la IFB decreció 8.6 por ciento en enero, 10.6 en febrero y 11.1 en marzo. Para darnos idea de lo que esto significa tengamos en cuenta que, en promedio, durante el primer trimestre de 2018 la IFB creció 2.1 por ciento; entre febrero y marzo de 2019 decreció 2.1; a lo largo del primer trimestre de este año decreció 10.1 por ciento.
¿Qué tenemos? La secuencia lógica: menor confianza empresarial = menos inversión directa = menor crecimiento de la economía, todo cortesía de la 4T.
¿Cuál es, según la media de las repuestas recibidas por el Banco de México en su encuesta de junio, la expectativa de crecimiento de la economía mexicana para los próximos diez años, de 2021 a 2031? 1.95 por ciento (1.10 la expectativa menos optimista; 3.00 la más). ¿Cuál fue el crecimiento entre 2009 y 2018, los diez años anteriores al inicio de la 4T, de la desconfianza de los empresarios y del crecimiento negativo? 2.15 por ciento, por demás mediocre.
