6 de julio de 2025 10:23 am
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OPINIÓN

Evaluar o no evaluar… (última parte)

A lo largo del último mes, he tratado de analizar con usted, mi estimado lector, como nos encontramos con respecto de lo planteado en el Plan Nacional de Desarrollo (PND), cuyas metas y objetivos fueron planteados por el propio gobierno...

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Eduardo López Chávez

A lo largo del último mes, he tratado de analizar con usted, mi estimado lector, como nos encontramos con respecto de lo planteado en el Plan Nacional de Desarrollo (PND), cuyas metas y objetivos fueron planteados por el propio gobierno, en otras palabras, no le fueron impuestos por nadie, no fueron heredados y nada tienen que ver con el pasado, es decir, en principio, el hijo predilecto de Macuspana no podría culpar de esto a ningún gobierno del pasado o a ninguna ideología, pero, la realidad es otra.

El común denominador del show cómico-mágico-musical de cada mañana es, aventar culpas y buscar responsables, aún cuando se ha demostrado que es la propia transformación de cuarta quien no tiene ni la mas remota idea de cómo hacer o alcanzar lo que ellos mismos propusieron, el discurso del morador de palacio ha sido en contra del pasado y en defensa de las ineptitudes, pero cuando algo o alguien tienen la ocurrencia de señalar los errores y dejar claro que las cosas están mal hechas, es decir, cuando hay evaluación o se pide rendición de cuentas, la respuesta inmediata es, destruir aquello que no demuestra lealtad ciega al tabasqueño.

Ejemplos de lo anterior hay muchos, basta con voltear a ver a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), a la Comisión Reguladora de Energía (CRE), al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) o mas recientemente a la Auditoría Superior de la Federación (ASF), instituciones cuya razón de ser se encuentra en la medición y evaluación de las diferentes políticas públicas establecidas por el gobierno en turno desde el punto de vista de, si cumplen o no con su objetivo, pero también, como ejercen los recursos públicos, en buen cristiano, si gasta bien o no, y si ese gasto sirve de algo o no.

El morador de palacio ha dejado claro que la evaluación no puede ser posible si no es en sus términos, instituciones que hagan lo contrario serán descalificadas, aun cuando sean dirigidas por personas afines o cercanas a él, si los datos que presentan no son los datos que el tiene, están mal, son corruptos, conservadores, neoliberales y fifís, por eso se deben eliminar, la autonomía de esos organismos, de acuerdo con el, es lo que realmente daña al país, los actos de corrupción de sus colaboradores cercanos, el mal diseño e implementación de las políticas públicas y la falta de conocimiento de los temas o del sector de sus funcionarios, nada tienen que ver con lo que pasa en el país y con los problemas que tenemos, por que a fin de cuentas, basta y sobra con ser honrados, que por cierto, tampoco no lo son.

Tiene puesta la mira en el INE, la COFECE y el Banxico, tres instituciones que no ha podido doblegar aún y eso mi estimado lector, le duele en lo más profundo de su ser, ya que le pega directamente en el ego, por que son instituciones que en principio y de acuerdo con su forma de pensar, debería poder controlar, si los otros dos poderes de la unión ya están rendidos a sus deseos y no hay ninguna oposición real en la partidocracia mexicana ¿cómo es posible que estos organismos no se agachen? Y por otro lado ¿cómo se atreven movimientos sociales como el feminista a contrariarlo y a pedirle cuentas? ¿quiénes se creen aquellos que intentan evaluar su desempeño? ¿por qué simplemente no se acepta que el está bien y el resto de las personas estamos mal?

Lo cierto es que, solo la sociedad puede ser contrapeso, a lo único a lo que el tabasqueño le tiene miedo es, a la sociedad organizada, la prueba está en sus reacciones ante el reclamo social: negación y menosprecio.

Hoy hay más muertos que nunca en el país, niños, jóvenes, adultos y ancianos por la pandemia, pero también por inseguridad y por la incompetencia de quien gobierna, el saldo en estos dos años de la transformación de cuarta ya superó los 260 mil (191 mil oficiales por COVID y 71 mil asesinados) y todo esto por que el tiene otros datos y nadie de los que pueden y deben, se atreve realmente a evaluarlo.

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