22 de diciembre de 2024 9:25 pm
OPINIÓN

Libros de mitos y mitología mexicana

La mitología mexicana se conforma de una variedad de mitos fundadores con diferentes dioses que dieron origen al mundo y separaron la tierra del cielo. En los panteones mayas, mixtecas y nahuas coincide que las divinidades después de sus pruebas y misiones, empezaron a tener una relación más directa con el hombre...

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Cecilia González Michalak

En la noche del 15 de septiembre se celebra un aniversario más del Grito de Dolores, hecho histórico que dio pie al comienzo de la Independencia de México. A partir de ese momento, un gran número de personajes, entre ellos indígenas, castizos y criollos, se convirtieron en héroes patrios estudiados en los libros de texto, y, a veces, recordados en nombres de calles y avenidas.

México siempre ha tenido necesidad de mitos, historias fantasiosas que ayudan a preservar las creencias nacionales. Desde la Independencia tenemos personajes como el Pípila y los Niños Héroes, que, aunque sea dudosa su existencia, son parte del orgullo nacional por sus actos de valor y de lealtad a la causa común. Durante la época dorada del cine, Pedro Infante y Jorge Negrete fueron los héroes mitológicos que llenaban los corazones del público a través de las pantallas, entre canciones y papeles protagónicos inolvidables.

Esto mismo ocurrió en épocas precolombinas, cuando México era el ombligo de la Luna. ¿Qué sería de nuestro país y de nuestra identidad sin la cosmogonía de que el hombre proviene del maíz? ¿O cuál hubiera sido nuestro escudo si no hubiese existido la señal divina del águila comiéndose una serpiente encima de un nopal? ¿Qué reemplazaría  una imagen tan fantástica como la de una serpiente emplumada? Nuestra patria tendría un ADN cultural muy diferente sin los mitos que la construyeron y que aún forman parte de la idiosincrasia del trabajo arduo, la fraternidad en la adversidad y la celebración a la muerte.

La mitología mexicana se conforma de una variedad de mitos fundadores con diferentes dioses que dieron origen al mundo y separaron la tierra del cielo. En los panteones mayas, mixtecas y nahuas coincide que las divinidades después de sus pruebas y misiones, empezaron a tener una relación más directa con el hombre. Chac, Dzahui y Tlaloc brindaban agua y lluvias para las cosechas; Itzamná, Yya Ndicahndíí y Tonatiuh procuraban el sol; y Ah Puch, Popocatzin y Mictlantecuhtli regían el inframundo.

El libro Dioses y Héroes del México Antiguo de Enrique Florescano permite al lector hacer un recorrido desde la cimentación mitológica de nuestro país hasta la huella histórica de algunos héroes de carne y hueso. El autor es doctor en historia por la École Pratique des Hautes Études de la Universidad de París. Trabajó para la Secretaría de Cultura siendo director de las colecciones Historia Ilustrada de México y Biblioteca Mexicana y es investigador emérito del Sistema Nacional de Investigadores, por lo que este texto está bien investigado y fundamentado, además que muestra iconográficamente cómo identificar a los personajes y a los elementos de la mitología mexicana.

Algo que vale mucho la pena es la interconexión de culturas que hace Florescano, mostrando que al final estos relatos maravillosos son arterias que circulan hacia un mismo corazón. Existe un paralelismo entre los dioses creadores y los dioses mediadores de las culturas originarias de nuestro país. No sólo formaron parte de la historia colectiva que resumía la existencia antropológica y filosófica del hombre, sino del día a día, en ritos, en canciones y en el imaginario de templos y vasijas.

Asimismo, y retomando la necesidad de tener figuras como la del Pípila y  la de Pedro Infante, tener héroes históricos prehispánicos nos permite entusiasmarnos y pensar en cómo estos personajes se convirtieron en leyenda y modelos a seguir para los antepasados. Leer sobre cómo Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl fundó Tula, cómo 8 Venado unificó la Mixteca, o cómo los gemelos Junajpú y Xbalanqué pelearon contra los señores de Xibalbá para salvar a su padre, nos hace imaginar cómo algunos de los paisajes de nuestro país fueron escenario de estas historias, acercándolas a nuestro presente y haciéndonos acercarnos como comunidad.

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