23 de mayo de 2025 12:12 am
Cerrar / Abrir
23 de mayo de 2025 12:12 am
OPINIÓN

La política como la Lucha Libre: Los rudos VS los técnicos.

Si bien en la lucha libre la tradición dicta que “los rudos” son “los malos”, y “los técnicos” “los buenos”. En mi visión sobre “la grilla” mexicana —hablando desde una perspectiva moral—, ambas “escuelas” tienen tanto a gente muy mala, como a gente muy buena…

AUDIO COLUMNA
Rodrigo Saval Pasquel

Chilanga o chilango que se respeta ha sido testigo —por lo menos una vez— de alguna función de Lucha Libre en la Ciudad de México. Ya sea por las máscaras, los nombres o las actuaciones, este deporte y su universo se han vuelto algunos de los elementos culturales mexicanos más reconocidos en el mundo, y como ya muchos saben, en la Lucha Libre Mexicana existen dos bandos: “los rudos” y “los técnicos”. Facciones que se miden en el cuadrilátero esperando dar un buen espectáculo. A pesar de no ser lo mismo, me gusta pensar que en la vida pública se podría clasificar a las y los actores políticos con las mismas etiquetas.

Si bien en la lucha libre la tradición dicta que “los rudos” son “los malos”, y “los técnicos” “los buenos”. En mi visión sobre “la grilla” mexicana —hablando desde una perspectiva moral—, ambas “escuelas” tienen tanto a gente muy mala, como a gente muy buena. Habiendo dicho lo anterior, para efectos de esta columna, la ética no dictará el bando, sino la forma.

Los políticos “rudos”, son todos esos perfiles que se desenvuelven mejor en la parte humana de la política. Aquellos personajes que además de ser versados en la palabra, y que conocen todas las reglas no escritas del juego, saben moverse en las sombras y en lo público para generar tratos y acuerdos, y a su vez, saben atacar y defenderse de manera despiadada, y —muchas veces— sin escrúpulos.

Si a sus máximos exponentes se les pudiera resumir en dos palabras, serían los operadores políticos. Perfiles históricamente asignados a espacios de negociación y/o golpeteo como lo son el de titular de la Secretaría de Gobernación, las o los Presidentes del Senado y la Cámara de Diputados, titulares de la coordinación de grupos parlamentarios, o las figuras que generalmente logran que las cosas “se den”, pero que usualmente lo hacen desde el anonimato, alejados del escenario público y que a veces ni ocupan cargos públicos.

A “los técnicos”, los considero como aquellas personas que tienen mentes brillantes y saben gobernar desde la inteligencia y el conocimiento técnico —valga la redundancia—. En otras épocas se les llamaba tecnócratas. Personas con posgrados académicos en las universidades más prestigiosas de México y el mundo, con amplia preparación y con ideas de vanguardia en cuanto a creación y conocimiento de políticas públicas y leyes.

A los punteros de esta escuela se les podría resumir como aquellas personas que forman parte del “círculo rojo”. En México, generalmente ocupan puestos que requieren rigurosa especialización científica o intelectual —aunque en este sexenio se ha dado la excepción—, y que tradicionalmente han servido desde cargos públicos como el de titular de la Secretaría de Hacienda, diversas posiciones en el Banco de México, puestos en organismos autónomos, o bien, perfiles que han sabido destacar desde la academia o como periodistas en la opinión pública, entre otros. Pero ojo, no necesariamente tienen intenciones sustentadas en la ética y la moral.

Habiendo mencionado los dos extremos del espectro, vale la pena recalcar que no forzosamente se clasifica a las o los políticos en una de las dos categorías. Sino que también en raras ocasiones aparecen excepciones híbridas que rescatan habilidades de ambas castas y se convierten en una especie de súper políticos. Personas con capacidades intelectuales extraordinarias que al ser complementadas por la fortaleza y la astucia, regalan a la audiencia clases y funciones sobre la ciencia y el talento que implica el gobernar.

Sin embargo, para que alguien sea clasificado como una verdadera leyenda de lo público, el carisma es el ingrediente secreto. Algunos dicen que en la política se traga sapos mientras se sonríe, pero hay personajes que logran que te tragues el sapo, te cobran por él, y gracias a sus formas, de manera voluntaria se los agradeces. Esos personajes, tanto rudos como técnicos, son quienes hacen de esta profesión, un arte.

Todo el contenido de El Comentario del Día en la palma de tu mano. Suscríbete a nuestros canales de difusión: WhatsApp | Telegram

Compartir en:

Twitter
Facebook
LinkedIn
Telegram
WhatsApp
Email

Más Columnas de opinión

PUBLICIDAD

Noticias de interés

PUBLICIDAD

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *