Rodrigo Saval Pasquel

El domingo 17 de abril del 2022 fue un día histórico por varios motivos. No solamente es la primera vez que una reforma a la Constitución proveniente del titular del Ejecutivo se queda en la Cámara de Origen, sino que también sucedió un milagro. Ya que en pleno domingo Santo, se materializó la resurrección de una oposición que se creía muerta, y en un relato de proporciones bíblicas, hubo quien se sacrificó, pero también el que traicionó. Aquí el recuento de una gran victoria de la oposición.
Hace varios meses, desde Palacio Nacional llegó a la Cámara de Diputados el decreto con proyecto de Reforma para varios artículos de la Constitución en materia energética. Con motivo de lo anterior, escribí una columna titulada “El culto a Érebo”, en la que mencioné algunas de las ideas que se buscaban modificar en la Constitución.
Para retomarlas de manera general, vale la pena decir que aunque mucha gente debatía a favor de la misma con base en propaganda engañosa dictada por el gobierno —como el decir que promovía la energía limpia, y que no apoyarla era entregar la patria a empresas extranjeras—, burdamente resumida, buscaba el establecimiento de un monopolio por parte de la CFE, y la creación de barreras para la generación de energía por parte de privados. Situación que consecuentemente, desincentivaría la inversión en energías limpias, puesto que la Cuarta Transformación busca revivir a PEMEX deshaciéndose del excedente de combustóleo que nadie quiere comprar, pero que puede venderse “a sí misma” a través de la CFE.
Sobra decir que aunque anteriormente ese combustóleo se vendía a navieras extranjeras, el mismo ya no se despacha tan fácilmente gracias a que varios países han firmado acuerdos internacionales en los que prohíben su uso. Pues al ser un combustible de muy mala calidad, resulta altamente contaminante y dañino para el medio ambiente y la salud de los seres humanos.
A pesar de que la Reforma se quería lograr mediante una mayoría oficialista, cuando se trata de Reformas a la Constitución, la política se transforma en aritmética, porque para ser aprobada, se necesitan por lo menos dos terceras partes de las y los legisladores presentes. Claramente gana el juego quien logre que las fichas cambien de color, o no se presenten al tablero —voluntaria o involuntariamente—.
Después de una semana en la que se anunciaba la traición de un diputado al PRI —supuestamente motivada por el nombramiento de su padre como embajador—, y en la que estratégicamente se modificó la fecha de la sesión para que cayera en domingo Santo —buscando la ausencia de diputados de oposición por vacaciones—, por fin llegó el momento de sesionar.
En la sesión se intentó obligar a abstenerse sin éxito a Margarita Zavala y a Edna Díaz, argumentando que caían en conflicto de interés con empresas extranjeras, y la sesión comenzaba con el anuncio de que el ahora ex diputado del PVEM, Andrés Pintos, se cambiaba a MC, sacrificando su posibilidad de reelegirse para poder votar en contra.
Inicialmente, con un quorum inusual de 499 legisladores, Morena “contaba” con 276 votos, y necesitaba 57 votos para contar con mayoría calificada. Sin embargo, la Reforma murió, pues desde el PAN, el PRI, el PRD y MC, todos votaron en contra —menos el ex diputado priísta que anunció su traición—, y sumada a la noticia de Andrés Pintos, existió la grata sorpresa por parte de la diputada del PVEM, Alexis Gamiño, quien en congruencia con sus ideales, también voto en contra.
Aunque esta fue la primera derrota política de un Presidente que se creía todopoderoso, frente a una oposición prácticamente muerta en vida, este suceso regaló —literalmente— una bocanada de aire fresco para el futuro de nuestro país —medioambiental y políticamente hablando—. Y aunque nos han querido hacer creer que López es un “Mesías”, con sus persecuciones, cada vez se parece más a Herodes.