7 de julio de 2025 1:57 pm
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OPINIÓN

Reforma sin realidad

…En el presente sexenio nos hemos enfrentado a diversos debates en torno a los múltiples cambios y distintas reformas educativas que han sido planteados en los últimos 10 años. Sin embargo, vale la pena resaltar que no importa la ideología que sustentara cualquiera de las reformas, todas las propuestas…

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MIchelle Bermúdez Betancourt

La adolescencia es, sin duda alguna, una de las etapas más difíciles que puede atravesar una persona. Es aquel momento en el que nos embarcamos, de manera mucho más evidente, en un viaje de autodescubrimiento y formación de identidad personal. En términos de políticas públicas, la adolescencia representa, en realidad, un reto prácticamente indescriptible; esta transición de la niñez a la adultez exige una atención sumamente peculiar por parte de las autoridades gubernamentales, ya que ésta representa un tiempo clave para la formación de ciudadanas y ciudadanos responsables y comprometidos con la vida democrática.

En esta etapa los y las jóvenes se encuentran expuestos con mucha mayor frecuencia a situaciones de riesgo motivadas ya sea por la curiosidad, la necesidad o el interés. Aunado a la dificultad que representa la adolescencia por si misma, debemos resaltar que en México dicho sector de la población se ve obligado a asumir responsabilidades que no le corresponden, como consecuencia de las terribles condiciones de desigualdad, falta de justicia e impunidad que se viven día con día dentro del territorio nacional.

Vivimos en un país en el que según cifras del 2016 emitidas por el Coneval, 20.7 millones de niños, niñas y adolescentes de entre 0 y 17 años viven en situación de pobreza. En cuanto a la adolescencia, de manera mucho más específica, al 2016 el 48.8% de la población de 12 a 17 años  de edad se encontraba en situación de pobreza.

Resulta imposible para cualquier gobierno en turno no expresar su preocupación y “voluntad” de ayudar a las y los jóvenes a través de la educación. En el presente sexenio nos hemos enfrentado a diversos debates en torno a los múltiples cambios y distintas reformas educativas que han sido planteados en los últimos 10 años. Sin embargo, vale la pena resaltar que no importa la ideología que sustentara cualquiera de las reformas, todas las propuestas de reforma educativa han sido incompletas y sumamente deficientes.

Por supuesto que es necesaria una reforma educativa, una que vaya mucho más allá y que entienda verdaderamente el papel, peso y herramienta que la educación representa. Para conseguir el cambio educativo en el que tanta fe se ha depositado y que es anhelado por millones de mexicanos y mexicanas resulta esencial comprender y partir del punto de que este país sólo saldrá adelante con políticas integrales. En otras palabras, el cambio en un plan o sistema educativo, si bien es bueno jamás será suficiente si no se acompaña de un esfuerzo para mejorar la calidad de vida de todos y todas las ciudadanas desde acciones gubernamentales en materia de equidad social y económica, así como en materia de salud y seguridad.

Una reforma, como bien lo dice su nombre, debe de contar con la capacidad y misión de transformar una realidad; debe de cumplir con la función de mejorar una estructura. Actualmente millones de jóvenes mexicanos y mexicanas están interrumpiendo sus estudios debido a que deben de trabajar para proveer a su familia y a si mismos de los bienes necesarios. A pesar de que ésta es una verdad de conocimiento común, aún contamos con un sistema educativo que abiertamente no le garantiza la misma calidad educativa ni la debida atención a todos los y las jóvenes.

 El promedio obtenido en los grados anteriores determina el plantel educativo al cual los jóvenes son asignados. De forma tal, que se reconoce que a mayor promedio el alumno o alumna podrá acceder a un mejor plantel en términos de infraestructura y calidad académica. Pese a que esto no es algo que sea expresado explícitamente por las autoridades, es algo que todos y todas las mexicanas sabemos. Dicha realidad, que ha escapado a toda reforma es una prueba no sólo de que en este país no se garantiza el derecho establecido en el artículo tercero constitucional, sino que también lo es de lo desconectadas de la realidad que han estado todas las reformas educativas propuestas sin importar el gobierno o persona que las presentase.

Actualmente contamos con un sistema que abandona a aquellos alumnos y alumnas que han tenido un menor desempeño académico, en lugar de buscar ayudar y atender a todos y todas comprendiendo la realidad tan difícil que cada persona atraviesa. Ser joven en este país es un reto mayúsculo, por lo que no podemos permitir que sigan desprotegidos y enfrentando retos que el mismo gobierno les impone para poder recibir la educación que todo ser humano se merece. Este es uno de los muchos puntos que escapan a las políticas actuales y que simplemente no podemos pasar por alto, es nuestra responsabilidad ciudadana exigir y vigilar lo que por ley y naturaleza nos merecemos, en este caso una educación completa, digna y de calidad sin condición ni excepción alguna.

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