24 de abril de 2024 4:36 pm
OPINIÓN

Polarización en Brasil

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Niels Rosas Valdez

El pasado domingo se celebraron elecciones generales en Brasil, un evento esperado por los brasileños, pero también por muchas personas fuera del país. De acuerdo con los votos escrutados, no hubo ganador en la primera vuelta, por lo que la contienda electoral se llevaría a una segunda fase el 30 de octubre. ¿Cuál es el análisis de este primer enfrentamiento?

Tras haber registrado casi una docena de candidatos al inicio de la campaña presidencial, los espacios fueron reduciéndose. Al final, de todo el grupo, se apreciaba que sólo cuatro personajes tendrían mayor apoyo en los comicios: Ciro Gomes, Simone Tebet, Luis Inácio Lula da Silva y Jair Bolsonaro; aunque en términos realistas, sólo los últimos dos se perfilaban como los candidatos con mayor empuje electoral.

Y así fue. Lula da Silva y Bolsonaro lograron acaparar poco más de 108 millones de votos, lo que significa más del 91% de los votos válidos emitidos en la contienda electoral. Lo anterior evidencia particularmente dos situaciones: el tipo de candidatos que fueron más apoyados; y la segunda, muy preocupante, es el elevado grado de polarización que se presenta en Brasil.

En torno a la primera situación, un comentario por mencionar es que de todos los candidatos que hubo en la contienda, finalmente sólo dos tienen posibilidades reales de ganar a raíz del apoyo electoral mostrado. Lo anterior es ciertamente usual en los comicios en general en el globo. No obstante, la cuestión a resaltar aquí es que esos dos candidatos son, por un lado, el mandatario en turno, que al final de cuentas ostenta poder en las instituciones del Estado y cuenta con un megáfono para dirigirse a la población; y, por el otro, alguien que hace no mucho fue presidente del país.

Pero resulta también interesante el escenario porque Bolsonaro no es un político que esté a favor de la igualdad social en muchos sentidos, su discurso es agresivo y tuvo una muy mala actuación en los momentos más álgidos de la pandemia de Covid-19. Y de la misma manera, Lula da Silva, si bien hizo importantes cambios en el país para sacar a millones de brasileños de la pobreza, fue acusado de corrupción y otros cargos que a la postre lo llevaron a la cárcel. Ambos casos son preocupantes, ya que el electorado está eligiendo entre esos dos personajes, lo que muestra la falta de actores políticos en los que los brasileños puedan creer y apoyar.

En el segundo punto, las actuales elecciones en Brasil, así como se percibió en las de otros países de América en los años recientes, son las más polarizadas en su historia, al menos así se percibe en el país Sudamericano. El debate político del electorado se centró prácticamente de manera exclusiva en la derecha de Bolsonaro y la izquierda Lula da Silva, exacerbando sus puntos de vista y narrativas.

Lo descrito anteriormente es un reflejo en cierta medida de la actual sociedad brasileña. En estas elecciones casi el 80% de los electores votaron y, como se mencionó arriba, de los votos válidos, el 91% fue dirigido a Bolsonaro y a Lula da Silva. Estos porcentajes elevados son lo suficientemente representativos para evidenciar la preferencia y polarización políticas en Brasil que se apreció en múltiples momentos e impactó de diferente manera al público.

Los discursos de división que se efectuaron antes y durante el periodo de campaña presidencial afectaron a muchos electores, incluso empujando a algunos a cometer ataques con armas de fuego contra simpatizantes rivales. Llevar a cabo estas acciones es un reflejo de varias condiciones, entre ellas el odio, el resentimiento y la frustración que pueden tener algunos seguidores a raíz de las narrativas de sus mismos líderes políticos. Es preocupante y no es algo que debamos echar en saco roto en el análisis político y social de otros países del continente, como el nuestro. Esa es una de las principales enseñanzas que nos ha brindado este proceso electoral en Brasil.

Artículo originalmente publicado en www.lalupa.mx

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